Terapias gestalt » de Parejas http://terapiasgestalt.es Terapia Gestalt barcelona Tue, 09 Jul 2013 10:10:39 +0000 en-US hourly 1 http://wordpress.org/?v=3.5.1 Celos http://terapiasgestalt.es/celos/ http://terapiasgestalt.es/celos/#comments Thu, 20 Dec 2012 08:24:10 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=1107


Recuerdo una vez, siendo adolescente, que una amiga me preguntó si yo no tenía celos de las chicas con las que se relacionaba mi pareja. Ante mi negativa (falsa por cierto, porque con el tiempo me descubrí, en muchos aspectos, celosa y posesiva en importantes dosis) me sorprendió respondiéndome que eso quería decir que en el fondo no le quería: “porque si le quisieras, le querrías sólo para ti”.

celos¡Ándale con la sentencia!

Lo espeluznante es que hay una parte importante de la población que así lo cree. Hay personas que aún son del parecer de que una cierta dosis de celos es necesaria en la relación amorosa, que su ausencia significa desamor, que estar realmente enamorado implica sentirse un poco mal cuando hay que compartir a la pareja, ya no a nivel sexual (la infidelidad o libertad sexual serían temas de los que hablar más extensamente) sino en cuanto a sus intereses y amistades. No hablan de esos celos patológicos que acarrean finales desgraciados, sean ya malos tratos o asesinatos (tanto de la pareja como de los hijos por venganza); hacia esos, a los que consideran “de distinta clase”, sienten verdadera aversión y pánico. Sin embargo, la base donde se enraízan es la misma: la posesión, el apego.

Cuando consideramos algo como “nuestro” podemos pelear para recuperarlo o enfadarnos si imaginamos que lo estamos perdiendo o nos lo están robando, incluso vengarnos si nos sentimos gravemente ofendidos y dañados. Las emociones pueden ofuscarnos y desatarse en forma de dañina vorágine.

La verdadera cuestión no es el grado en que soy o dejo de ser celoso. Si simplemente acribillo a mi pareja a preguntas insidiosas cada vez que creo, intuyo, imagino o incluso sé ciertamente que ha compartido su tiempo con otras personas (no sólo del sexo opuesto) puedo intentar convencerme de que no pasa nada. Si le hago malas caras y le castigo con el látigo de mi indiferencia o le mantengo a “pan y agua” (léase sin relaciones sexuales) por su “supuesto” alejamiento de mí, también podría creer que es “lógicamente” razonable. Sin embargo, es terriblemente dañino e insano, no hace falta llegar a los extremos para perjudicar a alguien, incluido yo mismo.

Cuando la relación de pareja se convierte en una esclavitud, cuando uno de los dos pierde su individualidad, sacrifica sus deseos, amistades e intereses para conseguir la tranquilidad emocional del otro, realmente algo verdaderamente enfermizo y terriblemente pernicioso sucede.

El verdadero amor es desinteresado y, aunque bien es cierto que ninguno (al menos que yo conozca) es tan puro como para no desear ser correspondido y sentirse pleno simplemente por dar, también es verdad que el amor más sano, dentro de nuestra imperfección, es aquel en el que nos sentimos satisfechos por saber que, aun a pesar de sus diferentes intereses, amistades, aficiones o proyectos, esa persona está a nuestro lado.

Cuando los celos, en mayor o menor grado, hacen su aparición, lo único que realmente están reflejando es que hay en ti una carencia que pretendes llenar con ese “alguien” al que llamas “mío”. Si tienes la necesidad de poseer para sentirte satisfecho, si los pensamientos se te disparan cuando tu pareja se aleja y aun a veces estando juntos imaginas que algo pasa, empieza a ser hora de que aceptes tus inseguridades y vuelvas la mirada hacia tu interior.

Los celos no son sanos y, aunque puedan ser más o menos habituales según su intensidad, no es conveniente acomodarse a satisfacerlos.

 

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

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Cuando me enamoro. http://terapiasgestalt.es/cuando-me-enamoro/ http://terapiasgestalt.es/cuando-me-enamoro/#comments Mon, 29 Oct 2012 13:25:52 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=1054


 Cuando me enamoro me pierdo a mí misma, dejo de ser esa mujer funcional que resuelve los avatares de la vida con más o menos acierto para convertirme en un ser apagado, sin iniciativa, que se amolda a los supuestos deseos de mi pareja.

Y digo ‘supuestos’ ya que muchas veces son simplemente invenciones o fantasías que he creado en mi mente y puede, incluso, que no coincidan para nada con las apetencias del otro.

Cuando me enamoro muere una parte de mí, que tan sólo renace cuando fallece el pretendido amor”.

enamorarseEl significado que encierran estos párrafos lo he escuchado con otras palabras y en bocas de personas de distintos sexos bastante a menudo.

¿Qué hace que el amor nos convierta en personas tan diferentes y alejadas de nuestra verdadera esencia? ¿Por qué el estar en pareja, en lugar de complementarnos, nos anula?

El motivo es simple, lo que llamamos amor es dependencia y, desde este lugar de carencia, una relación no puede funcionar.

Hay demasiadas personas que tienen la idea, más o menos consciente, de que sin pareja no son nada o que la vida sin compañía no tiene sentido ni merece ser vivida. Comparten el pensamiento de que la pareja es el eje central alrededor del cual gira su mundo y son capaces de hacer o “no hacer” cosas para mantenerla cuando la consiguen.

Con este “no hacer” me refiero a anularse como individuos, a perder la capacidad de reafirmarse en sus opiniones, deseos y prioridades. Por el afán de ser queridos, dejan de quererse a sí mismos.

“Se enamoró de mí cuando era una mujer alegre, divertida, que me valía por mí misma. Trabajaba, viajaba, me movía por la vida sin ayuda de nadie. Era capaz de resolver cualquier circunstancia sin necesidad de que nadie intercediese a mi favor. Cuando nos fuimos a vivir juntos no podía dar un paso sin su consentimiento o, al menos, sin consultar antes su opinión. Pendiente de sus deseos y necesidades, empecé a olvidarme de las mías y acabé convirtiéndome en su sombra. Él se fue alejando y mi alegría se convirtió en rencor”.

Para que una pareja funcione, ambos individuos han de seguir siendo personas independientes. Si, por conseguir compañía y amor, uno ha de sacrificar su trabajo, su criterio, su familia de origen, sus amigos, sus deseos, su capacidad de elección… Si por amor uno deja de ser quien es para pasar a ser parte del otro, eso deja de ser amor y se vuelve esclavitud.

La pareja es una faceta más de nuestra vida que no se debe priorizar por encima de ninguna otra. Si no eres capaz de vivir en compañía siendo tú mismo significa que no eres capaz de vivir contigo en soledad. Cuando aprendes a quererte y cuidarte dejas de necesitar a otro que lo haga por ti y es entonces, sólo entonces, cuando realmente puedes amar y compartir. Cuando dejes de buscar desesperadamente a “esa persona especial” que te complementará y te hará feliz, porque finalmente entiendas que nadie será capaz jamás de conseguirlo, es cuando estarás preparado para vivir en pareja. Nadie puede cubrir las carencias que arrastramos desde la infancia, ninguna pareja es capaz de tapar ese agujero.

La soledad hace que contactemos con esta carencia interna que nos aterra y que tan sólo nosotros somos capaces de llenar. Para amar hay que desapegarse y eso sólo se aprende perdiendo el miedo a la soledad.

Puedes aprender, nunca es tarde.

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Cuando ya no hay sexo. http://terapiasgestalt.es/cuando-ya-no-hay-sexo/ http://terapiasgestalt.es/cuando-ya-no-hay-sexo/#comments Tue, 02 Oct 2012 10:24:40 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=994


¿Qué sucede en la relación de pareja cuando se da esta situación?sin sexo

Puede que la explicación que algunos de vosotros encontréis sea que, con el tiempo, la relación se vuelve más rutinaria y la pasión desenfrenada que os consumía al principio ha quedado ahogada por los quehaceres cotidianos y el cansancio.

Podría ser…

La disminución en la asiduidad de las relaciones y la desaparición del furor con el que antes los amantes se buscaban, podría ser perfectamente el resultado de la costumbre. Es bien sabido que el descubrimiento nos estimula e incita; la novedad excita ya que oculta las imperfecciones. Realmente, hasta que no conoces a una persona no te das cuenta de sus defectos y, en ese momento, la situación cambia;  si entran en juego otros sentimientos y otra química (ver “De la pasión a la ternura”) conseguiréis mantener el vinculo, aunque, eso sí, desde otro lugar más reposado.

Las personas enamoradas pueden parecerse a los niños con juguetes nuevos, al principio no pueden soltarlos, una vez ya han averiguado para qué sirven y cómo funcionan, pierden el interés.

Cuando lo novedoso pasa a ser parte de la cotidianeidad, el nivel de excitación desciende, pero no necesariamente tiene que perderse completamente. Lo que antes se conseguía de manera reactiva, a partir de este momento hay que trabajarlo.

Al principio de las relaciones, ambos miembros de la pareja suelen centrar gran parte de sus pensamientos diarios en el otro. Eso les mantiene en un constante “grado de ebullición”. Es como si tuviésemos una olla con agua caliente siempre en el fuego, ajustando de tal manera su temperatura que, en cualquier momento, con un simple giro del regulador del gas para darle un poco más de potencia, pudiese ponerse a hervir sin más espera.

Con el tiempo, se nos olvida poner la olla en el fuego y, entonces, cuesta mucho más tiempo preparar cualquier cosa. Ya no estamos predispuestos y el cansancio, el trabajo o cualquier rutina nos envuelven y “enfrían”.

La pasión a partir de cierto tiempo hay que propiciarla:

1-No hay que dar por sentado que el otro ya sabe que le queremos, hay que seguir dando muestras de amor; los besos y los abrazos deben seguir siendo habituales en cualquier momento y lugar. Decir “te quiero”, dar las gracias cuando es necesario, mostrar afecto y ternura de manera asidua, son grandes afrodisiacos.

2-Mandar SMS de vez en cuando para hacer sentir al otro que sigue formando parte de nuestro mundo aun cuando no estamos con él. Ilusiona y alegra recibir mensajes cariñosos, es otro puntito de gas que caldea el agua.

3-Sorpresas en general. Da igual si es recogerle en el trabajo, como que encuentre ya preparada una cena o un picoteo cuando llegue a casa, u organizar una cena íntima o con amigos a los que se desea ver hace tiempo, o un fin de semana en algún lugar romántico, o una escapada loca a hacer puenting. El hecho es que el otro se siga sintiendo movilizado por el amor.

4-Invertir un tiempo en hablar y escuchar. Antes, todo lo que salía por la boca de la pareja era absorbido con ansia. Este interés por las circunstancias, situaciones y vivencias de la otra persona ahora suele deslizarse a un segundo o tercer lugar de nuestras prioridades. Cuando nuestra pareja pasa a formar parte de nuestro quehacer cotidiano, deja de ser “uno” y se convierte verdaderamente en  “otro” y el egoísmo parece volver a la superficie.

5-Para que el amor perdure, hay que compartir, no solo convivir. Es conveniente tener objetivos y planes mutuos ya que ilusionan y unen.

6-Buscar aficiones y evasiones individuales para no saturarse y aburrirse de la mutua presencia. Es mejor tiempo de calidad que hastío en compañía. No es conveniente quererlo hacer todo juntos, cuando está claro que por muchas afinidades, objetivos o proyectos comunes que se compartan, cada uno es un ser individual con apetencias únicas. La pareja es una faceta muy importante en la vida del ser humano, pero no es la única y, si queremos centrar todo nuestro mundo en esa persona exclusivamente, podemos acabar por hartarnos o ahogarla.

Estas serían algunas formas de mantener activa la “olla” de nuestra pasión, serían el kit de herramientas básico que toda pareja debe llevar consigo a lo largo de toda su vida en común. Son los instrumentos que cualquier pareja sana puede utilizar por sí sola.

Si creemos que la relación funcionará simplemente por permanecer juntos y convivir bajo el mismo techo, nos equivocamos y aquí aparece realmente el problema al que me refería con la frase con que inicié el texto: ¿qué les sucede a las parejas cuyas relaciones sexuales son prácticamente inexistentes?, ¿hay algo más, a parte de la rutina, que lo propicie?

Sí, hay mucho más que la rutina. En una relación de pareja estable la pasión se estabiliza pero no se pierde. Cuando el apetito sexual prácticamente desaparece en uno o ambos miembros de la pareja, existe un problema y suele ser grave.

Si se tratase de personas cuya libido nunca ha sido muy activa, contemplaríamos la posibilidad de problemas individuales y, aunque pueda ser molesto e incluso motivo de separación, en realidad lo único que cambió es que las expectativas de salvación por parte del miembro más “activo” sexualmente han sido, finalmente, confrontadas con la cruda realidad: nadie puede salvar a nadie. Si tu pareja tiene una disfunción (impotencia, frigidez, eyaculación precoz o cualquier otro tipo de patología) tanto si es leve como grave, tu amor por sí solo no la curará, necesitará ayuda médica y/o terapéutica.

Si este adormecimiento de la libido se trata de un cambio drástico de actitud pasado un tiempo de relación,  es un síntoma claro de disfuncionalidad en la pareja; es decir, hay algo en el vínculo que se ha roto. Es difícil generalizar los motivos, como decía mi madre “cada casa es un mundo” y yo añado “y en cada mundo suceden miles de cosas”, pero en lo que no hay equívoco es en la evidencia de que existe un problema.

A veces, las personas no somos del todo conscientes de lo que nos sucede, sin embargo, nuestro cuerpo reacciona a esa circunstancia, situación o malestar y es lo que recibe el nombre de somatización.

La desaparición del deseo sexual es uno de los indicadores claves e indiscutibles de que aun no sabiendo conscientemente cuál es el problema específico con el que lidiamos, “haberlo, haylo”.

Ante una situación de este tipo no es conveniente esperar, la terapia de pareja puede ayudar a solucionar favorablemente el conflicto y, si no fuese ese el caso, al menos se conseguiría una separación lo menos traumática posible.

Cuando el cuerpo habla, hazle caso.

 

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¿Las mujeres confundimos sexo con amor? http://terapiasgestalt.es/las-mujeres-confundimos-sexo-con-amor/ http://terapiasgestalt.es/las-mujeres-confundimos-sexo-con-amor/#comments Mon, 03 Sep 2012 08:20:18 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=954


Aunque parece que cada vez se están equiparando más  las actitudes de ambos sexos sobre el tema, aún existe una cierta tendencia a confundir los conceptos ante determinadas circunstancias.

Sexo o amorUna relación sexual esporádica es comúnmente aceptada como un encuentro pasajero que satisface a ambos participantes. Cuando estos encuentros se repiten entre estos mismos individuos, es probable que se creen confusiones o interpretaciones diferentes según el sexo de cada uno de ellos. Cuando no están de acuerdo en el motivo que les empuja a repetir, normalmente es la chica la que suele pensar que “hay algo más”, que no sólo es placer sexual lo que les une.

¿Hasta qué punto esto es una leyenda urbana? Naturalmente, no seré yo quien dé claves científicas totalmente irrefutables para corroborar o rebatir la hipótesis pero, como curiosa “investigadora amateur” del tema, pretendo colaborar aquí con algunas ideas  para favorecer la reflexión sobre ello.

En otro artículo, hablé sobre las hormonas que intervienen tanto en el enamoramiento como en el amor propiamente dicho (ver “De la pasión a la ternura”), retomaré aquí el tema hablando principalmente de una de ellas, ya que podría ser una de las causas (o así lo entiendo yo) de esta confusión (si es que existe): la oxitocina.

Recordemos: el enamoramiento es una pasión desenfrenada que, con el tiempo, quizás dará paso a una relación más tranquila y duradera a la que llamamos amor. Aunque muchas veces no es así y dos personas que han vivido un “tórrido” romance no llegan a establecer un vínculo afectivo duradero.

A veces, lo que se cree enamoramiento no es más que un destello de pasión sexual, el cual estaría regido principalmente por la dopamina, que sería la hormona que implica el placer y el deseo, mientras que la oxitocina sería la que establece el vínculo, con lo que experimentamos ese deseo y placer hacia una única persona. Desde mi “visión mundana” la dopamina sería promiscua mientras que la oxitocina sería monógama.

Por esta razón, una vez el cuerpo va calmándose, nos damos cuenta de lo que nos sucede realmente y volvemos a experimentar un mayor grado de lucidez, apreciando que, quizás, lo que llamábamos amor, no era realmente tal y, por tanto, la que consideramos pareja simplemente fue amante.

¿Pero qué sucede cuando los dos miembros de la pareja tienen visiones diferentes sobre el tema? Y lo que es más común: ¿por qué somos las mujeres las que creemos que era amor y no sólo sexo?

Mi teoría al respecto es que la segregación de oxitocina es mayor en la mujer que en el hombre y ahí radicaría el gran problema. Es una opinión totalmente personal basada en lo siguiente: si sabemos que el contacto físico en general estimula la secreción de oxitocina, hemos de aceptar que, en general, somos las mujeres quienes más contacto establecemos, tanto con nuestros familiares y amigos como con conocidos en general. Las profesiones más socializadoras suelen estar desempeñadas, sobre todo, por mujeres: maestras, cuidadoras o enfermeras entre otras.

La producción de oxitocina no sólo se estimula con el contacto humano, si no también con las caricias de nuestras mascotas. Alimentos como el chocolate y ciertos dulces también la propiciarían. También sabemos que la producción de oxitocina aumenta considerablemente con el embarazo y el parto; es gracias a ella que se establece el vínculo entre madre e hijo. Y, naturalmente, se genera en ambos sexos, tras el orgasmo en las relaciones sexuales. Como inhibidores nos encontraríamos el poco contacto físico y el estrés.

Si tenemos en cuenta estos ítems, de entrada, parece ser que las mujeres segregamos en general un poco más, ya que aunque estemos tanto o más estresadas que el hombre, en general lo compensamos con mayor contacto físico.

También es cierto que el mayor índice de “adictos al amor”, es decir, personas dependientes emocionalmente, lo representan las mujeres. (Es un trastorno que se relaciona con las emociones y la capacidad o calidad para establecer vínculos significativos con otras personas. El sujeto es controlado por su necesidad de la otra persona, y el intenso miedo a la pérdida y a la soledad contaminan el vínculo establecido en la pareja).

Por otro lado, si damos como válida la creencia de que el hombre es promiscuo por naturaleza, debido a la necesidad ancestral de repartir abundantemente su  “semilla” para asegurar la perpetuación de la especie, y de la monogamia de la mujer, como origen para favorecer la crianza, tendríamos otros aspectos más a favor.

Sea cierto o no este último apartado, la presión sociocultural sobre la decencia y la monogamia que aún seguimos arrastrando, por muy liberales que nos hayamos vuelto las mujeres en las últimas décadas, hacen que todo hombre que se interese por nosotras de un modo mínimamente constante y dispare nuestras hormonas haciéndonos sentir la llama de la pasión pueda convertirse, sin mucha racionalización a nuestros ojos, en nuestra posible pareja, más que en un compañero sexual muy satisfactorio.

Naturalmente que estoy generalizando y por supuesto que es una simple conjetura. No hay indicios científicos que conozca que apoyen totalmente mi visión de los hechos, pero… podría ser, ¿no?

Si te sientes identificada/o con todo esto, es bueno que te tomes un tiempo para reflexionar, pues seguramente tienes o tendrás problemas en tus relaciones, tanto esporádicas como de pareja. Un proceso terapéutico enfocado a trabajar el tema te beneficiaría.

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Separaciones tras el verano. http://terapiasgestalt.es/separaciones-tras-el-verano/ http://terapiasgestalt.es/separaciones-tras-el-verano/#comments Fri, 24 Aug 2012 11:04:12 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=943


Parece ser que uno de los periodos del año en el cual aumentan las separaciones y los divorcios es tras las vacaciones estivales.

Tras haberse estado quejando durante meses por la falta de comunicación y el poco tiempo para compartir, ¿qué les pasa a las parejas cuando por fin pueden estar juntas después de haber estado todo el año corriendo casi sin contacto?Deseo estival

Compartir el tiempo y el espacio cuando la relación está muy deteriorada, en lugar de proporcionar una segunda oportunidad para solucionar los conflictos ya existentes, empeora la situación abocando a la pareja a buscar su disolución como tal.

Algunas parejas estaban convencidas de que el desasosiego era producto de la rutina cotidiana, de que su falta de comunicación era un simple fruto de la incompatibilidad horaria y de que la distancia entre ambos no era más que el resultado del cansancio.

En estos casos, una vez desaparecidos los “supuestos” inconvenientes, se evidencia la cruda realidad: la pareja está en crisis.

Es posible que se den cuenta de que no tienen nada agradable que decirse, que las posibles aficiones o proyectos comunes que alguna vez tuvieron hayan desaparecido, o que la mutua compañía no les satisfaga y la apatía les embargue. También es posible que las discusiones achacadas al estrés se sigan repitiendo ahora por motivos nimios, que vean las cosas de maneras completamente opuestas e irreconciliables y ambos se crean poseedores de la razón absoluta.

Otras parejas, conscientes de que su relación no funciona, quizás crean que la relajación estival puede ayudar a “cambiar actitudes”, propiciando el acercamiento y reavivando las brasas del amor y la pasión. Sin embargo, están  tan “quemados” y resentidos por la insatisfactoria situación que llevan arrastrando durante tanto tiempo  que, probablemente, tengan un gran listado de agravios recibidos, algo que les mantiene convencidos de que su implicación en todos los hechos desagradables no es más que una reacción “lógica y sensata”, resultado de las agresiones sufridas; por lo tanto, quien realmente debe “cambiar” de comportamiento es el otro. Dicen en voz alta que ellos “ya” ponen todo de su parte.

Este “YA” es como una espada, un hierro al rojo vivo que se introduce sin piedad en las entrañas del otro, ese “otro” que se siente igualmente agraviado y agredido.

Su actitud no cambia, simplemente están a la espera, ojo avizor, vigilantes, expectantes, dispuestos a señalar cualquier pequeña acción o palabra que confirme su aseveración de que “el otro es el culpable”.

Esta supuesta intencionalidad y predisposición para encontrar una solución con la que empiezan las vacaciones, no existe. Creen intentarlo pero, realmente, sólo desean confirmar su inocencia, liberarse de la responsabilidad que conlleva ser coparticipe del desastre al que se sienten abocados.

Sin ayuda, es muy difícil sobreponerse a esta “guerra de gallos”.

Las parejas sanas establecen lo que se llama una relación simétrica, es decir, una relación entre iguales donde, además de amor, existe cooperación y compañerismo. Jerárquicamente, ambos miembros son iguales, no hay uno más importante o superior al otro. Cuando aparece la competencia o la rivalidad es cuando estas relaciones se vuelven disfuncionales, dañinas.

El desequilibrio aparece cuando una acción tras otra se convierte en una guerra para demostrar quién es más o quién tiene la razón. Llega un momento en el cual no importa el motivo, simplemente están pendientes de demostrar su preponderancia por encima del otro. Es lo que se llama en terapia familiar sistémica “la escalada simétrica”.

Ambos están tan implicados y con tal caudal de resentimiento que por sí solos no pueden deshacer el círculo vicioso en el que se hallan inmersos. Por muy buena intención, por muchas ganas que tengan de conseguirlo, sin ayuda externa, imparcial y profesional, es imposible controlar esta dinámica; está ya tan instaurada en su funcionamiento cotidiano que parece tener vida propia y desatarse automáticamente.

Realidad¿Cómo se llega a esta situación? Plantear esta cuestión sería como hacer esa tan conocida pregunta de ¿Quién fue antes: el huevo o la gallina? Lo único cierto es que, sin saber cómo y sin darse cuenta, hay parejas que llegan a este punto sin retorno.

De todos modos, podríamos fijarnos en algunos aspectos que quizás nos ayudarían a no caer tan fácilmente en esta tela de araña:

1-Responsabilidad: Recordar siempre que el otro no nos hace nada; somos nosotros los que interpretamos como ataques algunas de las afirmaciones o algunos hechos. La otra persona simplemente dice o actúa según su momento, según sus necesidades y, cómo no, según sus deficiencias.

2- La relación es cosa de dos: Aunque este apartado realmente está incluido en el anterior, no está de más hacerle mención aparte para resaltar su importancia. Todo lo que sucede en la relación de pareja no es fruto de la actuación de uno solo de sus miembros. Tanto sea por acción como por omisión, tu implicación está asegurada; antes de aseverar tu inocencia recuérdalo. No eres culpable de nada, al igual que tampoco lo es tu pareja, pero ambos sois responsables de todo lo que os suceda.

3-Empatía: No hay que olvidar que la otra persona siente y padece como tú. Recuerda siempre que las mismas situaciones o palabras que a ti te duelen, suelen dolerle a tu pareja también. En este caso, deberíamos aplicar el mandamiento cristiano de “quiere al prójimo como a ti mismo” como “no le hagas al otro lo que no quieras para ti mismo”.

4-La confianza y las licencias que nos otorga: Del mismo modo que la confianza con nuestra pareja nos da la libertad de mostrarnos tal cual somos, sin tapujos ni ambigüedades, entraña un grave peligro y es que nos hace perder el control y apropiarnos del derecho a hacer comentarios sin ningún tipo de censura; estos, en lugar de ser críticas constructivas hechas desde el amor y con el objetivo de ayudar, se vuelven fácilmente afirmaciones mordaces y  destructivas. Decir lo que uno piensa a alguien con total confianza no nos da el derecho a escupir cualquier cosa,  porque las palabras duelen y se asientan en nuestro interior creando heridas llenas de resentimiento. Porque, a pesar de lo que muchos creen, las palabras no se las lleva el viento, sino que se asientan en el corazón cargándolo de hiel.

5-Confrontación asertiva: Por mucho que grites no tendrás más razón, ni tu pareja te hará más caso. Exponer las quejas o las desavenencias desde la calma y sin ataques personales, propicia el entendimiento mucho más que los gritos y las acusaciones. No es lo mismo decir: “para variar no has comprado las cosas de la lista que te di; solo piensas en ti mismo, eres un egoísta y estoy más que harta”, que expresarse de este modo: “me gustaría que hicieses la compra, te di la lista esta mañana para hacerlo; cuando se te olvida, me molesta porque imagino que no te preocupas por las cosas comunes y tengo la sensación de que me cargo con todo el trabajo de la casa. Me gustaría que me ayudases y lo hicieras”.

Desde este lugar se puede hablar, cambiar opiniones y llegar a acuerdos, ya que se habla del problema, no se ataca a la persona.

Para poder restablecer una relación sana de pareja es necesario un esfuerzo por ambas partes y sentir, todavía, un sentimiento amoroso el uno hacia el otro. Si, por el contrario, el amor terminó o no existe una verdadera voluntad de cambio, ni las vacaciones más maravillosas serán capaces de restaurarla.

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De la pasión a la ternura http://terapiasgestalt.es/de-la-pasion-a-la-ternura/ http://terapiasgestalt.es/de-la-pasion-a-la-ternura/#comments Mon, 20 Aug 2012 09:41:10 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=939


Desgraciadamente, existe una creencia muy extendida en la población que habla sobre lo maravilloso del enamoramiento y de la pasión que le acompaña, en contraposición a lo aburrida y monótona que resulta la vida en pareja una vez transcurrido este periodo inicial.

En primer lugar, deberíamos entender que aun a pesar de ser similares, estamos hablando de dos situaciones completamente distintas, en las que intervienen diferentes tipos de hormonas.

MarEl enamoramiento es un proceso bioquímico que se origina en el cerebro cuando se produce la feniletilamina, que es un compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas. Esta es la explicación de la excitación y alteración de los enamorados: están totalmente drogados por sus hormonas.

Seguidamente, el cerebro segregará la dopamina, la noreprinefrina y la oxitocina; esta última será la encargada de crear el vínculo. Sin la intervención de la oxitocina, nos resulta imposible establecer ningún tipo de vínculo emocional: el de una madre con su hijo, el de las parejas, incluso las relaciones de amistad se establecen también gracias a ella.

Poco a poco, las anfetaminas naturales que notamos durante el enamoramiento se van debilitando para dar paso a otra avalancha de hormonas que abren un nuevo proceso en la relación: las endorfinas (similares a los opiáceos), que nos proporcionan un amor más sosegado, siendo este un sentimiento de paz, seguridad y comodidad.

Este cambio que sufre nuestro cuerpo a nivel hormonal hace que pasemos de un estado de euforia a uno más relajado. De la pasión desenfrenada vamos, poco a poco, transitando hacia un estado de ternura mucho más calmado.

La ternura es el estado del amor duradero y aquí se invierten los papeles. Si durante el enamoramiento era la química quien mandaba por encima de todo lo demás, si era ella la que controlaba nuestros sentidos, cuando este fogonazo inicial se calma, es la constancia quien toma el relevo.

El amor exige un cierto trabajo, un cuidar de la relación, un estar por el otro. Buscar los objetivos y proyectos comunes, invertir tiempo juntos y favorecer la convivencia, entre otros aspectos, será lo que propicie la química y no al revés, como sucedía antes.

Las relaciones sexuales tras el periodo de enamoramiento no tienen porque menguar, simplemente cambia el estímulo que las propicia. Si tras el enamoramiento esperamos que las ansias nos sigan acometiendo como un devastador tsunami, nos equivocamos: el amor es un oleaje, un suave y constante oleaje.

Apreciar lo bueno de cada etapa es lo que nos proporciona una vida de bienestar, querer sentir siempre una misma emoción es una inmadurez propia de nuestro tiempo.

Vivir siempre inmersos en la vorágine de la pasión puede ser muy excitante y estimulante pero, al mismo tiempo, muy estresante y agotador. La calma tras la tormenta es necesaria y sumamente agradable. Nadar en aguas tranquilas propicia experiencias maravillosas.

Surfea cuando el mar este quebrado y nada cuando este en calma. Aprovecha cada momento. Vivir en el pasado o proyectarnos en el futuro sigue siendo lo que nos impide disfrutar del tiempo presente.

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Madres: trabajo y maternidad. http://terapiasgestalt.es/madres-trabajo-y-maternidad/ http://terapiasgestalt.es/madres-trabajo-y-maternidad/#comments Fri, 06 Jul 2012 11:51:22 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=871


No es tan difícil conciliar trabajo y maternidad.

Afortunadamente, se está empezando a reconocer  lo que se ha dado en llamar la “doble jornada” de trabajo de todas esas mujeres que, además de cuidar de su familia, continúan trabajando fuera del hogar. Sin embargo, hasta hace pocos años, se tenía la creencia de que la mujer era capaz de ocuparse de todo y esta existía gracias a una base sólida y comprobada: la mujer podía con todo.

Madres e hijosEl precio que pagaba por semejante esfuerzo es otra cosa;  pero la realidad es que la mujer hacía y hace acopio de valor y arremete con todo para salir adelante.

Si dejamos de lado todos los problemas que nuestro tipo de cultura arrastra, la mujer ha podido con todo. Si analizamos con un poco más de profundidad el tipo de vida que llevamos y los conflictos emocionales que arrastramos, no ha ido la cosa tan bien.

No quiero decir con esto que todos los problemas sean culpa de la mujer, ni mucho menos. Mi intención es señalar la poca credibilidad que tiene esta afirmación.

La mujer se ha hecho cargo de su vida laboral y familiar a costa de un alto precio, tanto para ella misma como para su descendencia. Del mismo modo que el hombre arrastra sus problemas (ya hablaremos en otro momento de ellos) y su influencia en su progenie.

La vida cotidiana de muchas mujeres demuestra una y otra vez que las cosas son bastante más complicadas pues, la mayor parte de las veces, las mujeres que trabajan y tienen hijos se ven a sí mismas con una carga de trabajo extenuante, exigente y muy difícil de sobrellevar.

La vida laboral se resiente y, lo que es más importante, la inteligencia emocional de los hijos mucho más. Sin embargo, quiero recordar aquí que, a pesar de la afirmación que acabo de realizar, la responsabilidad de ello no es exclusiva de la madre y, aun así, somos las mujeres las que nos sentimos mal cuando la conciliación de ambas facetas de nuestra vida resulta problemática.

Cuidar de los hijos consume mucho tiempo, ¿de dónde extrae este tiempo una mujer que trabaja fuera del hogar?:

- Horas de sueño: Las madres trabajadoras duermen menos que nadie. El promedio va de 4 a 6 horas por día.

- Tiempo libre: Una madre que trabaja generalmente no tiene tiempo para sus amigas y muchas veces ni para ella misma.

-Desarrollo personal y profesional: Muchas madres trabajadoras se ven obligadas a aceptar trabajos de media jornada que les permitan compaginar su trabajo con el cuidado de su familia, pero estos trabajos generalmente ofrecen bajos sueldos y pocas posibilidades de desarrollo profesional.

Aunque, desde niñas, a todas las mujeres se nos vende el producto de que todo este esfuerzo se hace por amor y será siempre compensado por el cariño de los hijos, la realidad no confirma la creencia.

La maternidad es vista en nuestra sociedad como “una relación de amor incondicional”, por lo que no resulta sencillo para las madres hacer mención de los costos personales que tiene el ejercicio de este deber femenino.

 

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Madres: la responsabilidad http://terapiasgestalt.es/madres-la-responsabilidad/ http://terapiasgestalt.es/madres-la-responsabilidad/#comments Sat, 30 Jun 2012 07:30:32 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=858


Las madres son las principales responsables del cuidado de los hijos.

Esta sería una de las creencias que ya no se suele reconocer, incluso verbalmente se suele rebatir diciendo que no es cierta, tanto unas como otros enarbolan la bandera de la igualdad; hasta es posible que se ponga como ejemplo la baja maternal masculina o la ley laboral sobre conciliación familiar.Responsabilidad familiar

A pesar de ser cierto, a nivel social sigue sin existir una buena ley de conciliación y la baja masculina por maternidad es más un símbolo que una realidad, ya que mientras los sueldos de los hombres sean más elevados que los de las mujeres, pocas familias optan por tal opción.

Entonces, ¿qué sucede realmente?, ¿quién inclina la balanza a la hora de tomar la decisión sobre quién se hará cargo del bebé y durante cuánto tiempo? Sabemos que suele ser la madre quien asume esta tarea, quiera o no hacerlo. Aceptamos que al padre le cueste, y la sociedad le ayuda, pero ¿aceptaríamos acaso que la madre pusiese reparos? Si ambos han decidido tener hijos, ¿por qué una es más responsable que el otro?

Cuando, pasada la baja maternal, la mujer se reincorpora al mundo laboral, sigue asumiendo este rol que ha incorporado en los primeros tiempos y pocas son las que comparten equilibradamente la crianza con el padre de la criatura; en el mejor de los casos “delegan” parte de sus tareas: duchas infantiles, algunas cenas nocturnas, a veces las visitas al pediatra… Llevarlos y recogerlos de la escuela es uno de los pocos actos que “si su horario laboral lo permite” el padre hace de manera gustosa.

Existe una soterrada y oculta convicción de que los hijos son propiedad de la madre; suya es la responsabilidad de cómo son, de lo que hacen y de lo que les pasa. Una presunción silenciosa pero, al tiempo, evidente en el quehacer cotidiano e inequívocamente visible cuando aparece cualquier tipo de conflicto. Incluso es posible llegar a oír, si la relación matrimonial fracasa, frases del tipo: “tú lo pariste, pero a mí, ¿quién me asegura que es mío?”

A pesar de que ahora mismo se oigan gritos de protesta, ¿cuántas mujeres divorciadas o separadas han oído estas o frases similares y cuántas de ellas consiguen compartir de manera equilibrada la crianza de sus hijos en todos los aspectos con sus exmaridos?

¿Cuántas mujeres casadas  son las que deciden solas qué actividades extraescolares harán sus hijos o qué canguro es la mejor de todas a las que ha entrevistado para quedarse con los niños mientras ambos padres trabajan? (Me refiero a “canguro” en femenino, porque pocos candidatos masculinos se presentan y, además, ¿a cuántos se aceptaría, a no ser que sean los propios hermanos?). ¿Cuántos hombres se preocupan de lo que comió o debe comer el niño?, ¿cuántos dejan preparadas las mochilas, la ropa o cualquier cosa necesaria para sus hijos?

No negaré que cada vez la responsabilidad de la crianza de los hijos está siendo más compartida por ambos miembros de la pareja, pero hay que reconocer que, en los momentos de conflicto, es cuando realmente aflora esta creencia velada, porque cuando una pareja se separa los padres no suelen pelearse para que los hijos se queden a su cargo: fines de semana sí, todos los días… ¡hablemos!

 

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Madres: La genética http://terapiasgestalt.es/madres-la-genetica/ http://terapiasgestalt.es/madres-la-genetica/#comments Fri, 22 Jun 2012 14:25:17 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=847


Todas las mujeres están preparadas genéticamente para ser madres.

Parece ser que existe una extendida creencia que dice que todas las mujeres, de cualquier raza o credo, tienen un gen que las programa para ser madres experimentadas, que seguimos teniendo ese instinto animal que nos indica qué hacer y cómo en cada ocasión. Vamos, que llevamos el manual de instrucciones insertado en el ADN.

MaternajeDeberíamos distinguir aquí lo que algunos expertos han dado en llamar “la maternidad” y “el maternaje”.

Maternidad: “Estado y cualidad de madre”.

Maternaje: “Se refiere al conjunto de procesos psico-afectivos que se desarrollan e integran en la mujer en ocasión de su maternidad” (Recamier)

Según las definiciones, es evidente que, salvo problemas físicos específicos, todas las mujeres, biológicamente hablando, están preparadas para ser madres. Sin embargo, cuando se trata de las actividades que implican la crianza y el cuidado de los hijos, que pueden ser realizadas tanto por las mujeres como por los hombres, la situación no es tan innegable.

Antes de la revolución sexual de los años sesenta y de la aparición del movimiento feminista, el maternaje era una de las actividades propias de las mujeres. Socialmente estaba así establecido. Las mujeres criaban a sus hijos y enseñaban a su vez a sus hijas a cuidar de sus hermanos.

Estos movimientos criticaron duramente el concepto de maternidad como fin único de la mujer y, a causa de ello, han cambiado muchos aspectos sociales desde entonces.

Los estudios científicos han demostrado que el maternaje está totalmente influido por la cultura. La mayoría de las mujeres de hoy no son como nuestras antepasadas y no han aprendido dentro del contexto familiar las costumbres que hicieron de nuestras abuelas las madres por excelencia: sabían cómo hacerlo todo.

Actualmente, muchas mujeres, por el tipo de vida urbano, no han tenido contacto con menores a lo largo de su vida y llegan al momento de la crianza con un total desconocimiento sobre cómo cuidar niños.

Su incorporación al mercado laboral ha originado que las costumbres cambien y la crianza de los hijos no ha sido una excepción. Su cuidado se ha compaginado entre ambos progenitores, ayudados en muchos casos por los abuelos u otras personas contratadas para ello. Tampoco hay que olvidar a las instituciones (como guarderías o escuelas) donde el menor acaba pasando más tiempo que en su propia casa.

Muchas mujeres no han podido beneficiarse de las enseñanzas familiares, ya que ellas mismas han crecido alejadas de ese ejemplo.

Todo esto ha dado paso a una necesidad de información que se ha suplido con la proliferación de revistas especializadas en el tema y la creciente visita de las madres a especialistas de distintos campos para conseguir la información necesaria: pediatras, nutricionistas, psicólogos…

A pesar de que la evidencia es clara, muchas personas siguen creyendo que estas mujeres son “raras y desnaturalizadas” por no saber lo que hay que hacer. Si un hombre no sabe cómo mantener a su bebe en brazos, es normal. Sin embargo, si es la madre quien duda en su primer intento, tanto ella misma como su entorno pueden pensar que… Eso es insólito.

No dejes que las creencias te marquen, cuestiona tus ideas y sé valiente para afrontar los retos de tu vida, sean los que sean.

 

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Madres: El instinto materno http://terapiasgestalt.es/madres-el-instinto-materno/ http://terapiasgestalt.es/madres-el-instinto-materno/#comments Wed, 13 Jun 2012 07:19:17 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=823


Sobre la maternidad se ha hablado y se sigue hablando extensamente. A su alrededor circulan toda una serie de mitos que a muchas mujeres nos han hecho sentir como unos verdaderos monstruos.

Instinto maternoCreo conveniente recordar que, a pesar de que algunas creencias son aceptadas por la mayoría de la sociedad, esta circunstancia no las convierte en dogmas o verdades irrefutables necesariamente. Cuando nuestra propia experiencia nos enfrenta a ellas, haciendo evidente la divergencia de nuestra realidad con el ideal aprendido, puede que nos convirtamos en unas mentirosas,  incapaces de sostener la propia versión de la situación, aparentando ante el mundo y ante  nosotras mismas el papel adjudicado.

Nos sentimos, a pesar de la ocultación,  como monstruos alienígenas, ya que raras son las mujeres valientes capaces de compartir sus verdaderos sentimientos sobre este tema.

 El instinto materno.

Existe la creencia de que las mujeres tenemos un chip en nuestro interior que en determinado momento se dispara y nos hace desear ser madres a toda costa. Muchas de nosotras, conforme llegamos a la edad adulta, compartiendo nuestra vida en pareja, nos sorprendemos alguna vez escuchándonos por si oímos la llamada, el clic en cuestión que nos indique que llegó el esperado momento.

Cuando esto no sucede, en lugar de aceptar que la naturaleza ya no es lo que era, que la evolución durante siglos de sociedad industrializada nos ha vuelto menos animales y hemos perdido por el camino bastante de nuestro instinto (no entraré aquí a opinar sobre lo negativo o no de este hecho), nos obsesionamos pensando que algo malo nos sucede, que no somos normales  y que, a pesar de no sentir este impulso, quizás debamos tener un hijo: “no sea que, más adelante, pueda arrepentirme por no haberlo hecho”.

A veces sucede lo contrario: estando solas sin pareja, nos parece oír el insistente clic clic del reloj biológico correr y nos aterra pensar que se nos puede “estar pasando el arroz”. Realmente, no nos planteamos si deseamos o no ser madres, nos pesa el pensar que quizás estamos perdiendo la opción de serlo.

Quizás, una vez tomada la decisión, después de dar a luz, ¿dónde está ese sentimiento de amor incondicional que se supone debe inundarnos?

“Es la experiencia más maravillosa”. “Sentí una gran emoción, se me saltaban las lagrimas”. “El dolor del parto es el que se olvida más fácilmente”.

Frases similares a estas las hemos oído todos, nos dan a entender que tener hijos es algo especial y único cuando el parto, no nos engañemos, es el acto común y necesario para la perpetuación de cualquier mamífero. No pretendo quitarle importancia, tan sólo quisiera extraerle ese falso glamour del que se ha rodeado.

No hace tantos años atrás, nuestras abuelas daban a luz en el campo y la “maravillosa experiencia” quedaba reducida a una experiencia más de ese día, ya que, muchas de ellas, debían seguir trabajando.

Este es el primero de una serie de artículos donde iré profundizando en el tema de los mitos y creencias sobre la maternidad. Por ahora, simplemente reflexiona sobre cuánto de verdad hay en tus pensamientos al respecto, date cuenta de tus verdaderos deseos, del peso de la sociedad o de las creencias familiares con las que has crecido y habla sinceramente con otras personas al respecto. Puede que te sorprendan sus opiniones.

Los hijos han de ser fruto del amor y del deseo, ya que son regalos con impuestos incluidos, como con el dinero de la lotería: no pagas por el premio en sí mismo, sino por lo que haces con él.

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