Parejas – Terapia Gestalt http://terapiasgestalt.es Teresa Beltran Olivé Thu, 06 Dec 2018 08:27:54 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 “Yo no miento, no lo hagas tú tampoco”. http://terapiasgestalt.es/no-miento-no-lo-hagas-tampoco/ http://terapiasgestalt.es/no-miento-no-lo-hagas-tampoco/#respond Thu, 08 Feb 2018 11:28:31 +0000 http://terapiasgestalt.es/?p=799 Me pasé años repitiendo esta frase, escupiéndosela a la cara a mi exmarido cuando le pillaba en un desliz, a mis hijos cuando intentaban colarme algún gol o en la escuela, durante mis años de maestra, cuando algún alumno no traía los deberes y soltaba una historia rocambolesca. Y al hacerlo me sentía superwoman. Mentir: …

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Me pasé años repitiendo esta frase, escupiéndosela a la cara a mi exmarido cuando le pillaba en un desliz, a mis hijos cuando intentaban colarme algún gol o en la escuela, durante mis años de maestra, cuando algún alumno no traía los deberes y soltaba una historia rocambolesca. Y al hacerlo me sentía superwoman.

Mentir: “Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa”; esta es una definición, aunque también encontramos: “fingir, aparentar” o “inducir a error”. Si aplico estrictamente el primer enunciado a mi propia persona, ciertamente no mentía pero, si observo detenidamente lo que hacía bajo el prisma de la tercera definición, este sutil “inducir a error”, ¡oh sí!, he sido una mentirosa redomada y con muchísima más alevosía y premeditación que cualquiera de todos los que me rodeaban.

Durante mucho tiempo estuve totalmente convencida de que yo no mentía. Siempre fui muy miedosa y con poca tolerancia al abandono. Las recriminaciones, las riñas y los castigos me producían pavor, los vivía con angustia, pues me sentía rechazada y no querida. Por eso, desde bien pequeña aprendí a esconderme en momentos conflictivos evitando así las preguntas problemáticas. Sin embargo, cuando resultaba imposible escapar a la situación, aprendí a esquivar las preguntas escabrosas como quien esquía haciendo quiebros. Sólo explicaba lo que los oídos ajenos iban a aceptar; la parte que quizás me ocasionase problemas si salía a la luz, simplemente, no la contaba. Yo era una artista en contar medias verdades. Y no mentir, aparentemente, me hacía sentirme mejor, superior.

La mayor mentira era la que me contaba a mí misma para poder vivir tranquila. “Si dices mentiras no te voy a querer” este es uno de los introyectos que se grabó en mi frente como con un hierro ardiendo. Si hubiese reconocido que mentía, me hubiese enterrado bajo tierra como un gusano o  me hubiese sentido la más vil de las cucarachas.

Todas las personas mienten, nadie se libra. Todos lo hemos hecho más de una vez en nuestra vida. Hay muchos tipos de mentiras y muy diversas razones para emplearlas. Van aquí algunas como ejemplo:

– Protectoras: Nos evitan problemas o castigos. “No he podido hacer los deberes porque me encontraba mal”.

– Evasivas: Nos evitan responsabilidades, miedos o vergüenzas de que se sepan ciertas cosas o nos ayudan simplemente a no dar mayores explicaciones. “No fui yo, fue él”.

– Oficiosas o sociales: Se dicen por educación, para no molestar, son diplomáticas y nos hacen quedar bien. “¡Qué vestido más bonito, estás arrebatadora!”.

– Manipuladoras: Las que usan sobre todo los políticos, vendedores o cualquiera de nosotros buscando ciertos fines. “Subiremos las pensiones”. “Este es el mejor seguro de automóvil”.

– Piadosas: Para no herir, para evitar disgustos. “No te preocupes, todo se arreglará”.

¿Quién no ha mentido a los niños hablándoles de los Reyes Magos o el Ratoncito Pérez?

Todo esto son mentiras, más o menos veniales, según la motivación que nos induzca a decirlas.

El verdadero problema es cómo convivimos el mentiroso con el “veraz”, por llamarle de algún modo. Cuando, en una relación, uno de los miembros de la pareja considera que no miente y acusa al otro de este defecto, normalmente, se otorga a sí mismo un grado de superioridad (se siente mejor persona), lo que dificulta la relación tanto como la mentira en sí. Cuando se personaliza (“yo a ti no te hago esto, ¡eres un mentiroso, me engañas, me tomas el pelo!, ¿te creías acaso que no me iba a enterar?”) no se está buscando resolver ningún conflicto, se está llevando a cabo un ataque personal que no propicia solución alguna. Se pierde la relación simétrica, de igualdad entre la pareja, para pasar a una relación más jerárquica: “Yo no miento, soy el bueno y estoy arriba. Tú mientes, eres el malo y estas abajo”.

Otra cuestión es confrontar la situación concreta para aclararla y resolverla sin ataques personales: “Sé que la otra noche no te quedaste trabajando, me mentiste, he encontrado las entradas en tu bolsillo. No me gusta que me mientas, me crea desconfianza hacia ti”. Aquí existe el enfado pero la posición de ambos sigue siendo simétrica, siguen en el mismo nivel jerárquico, siguen siendo iguales y, desde este lugar, es muchísimo más fácil llegar a un entendimiento.

Mentir o no, no nos convierte en mejores o peores personas. Responsabilizarse, tanto del motivo que nos lleva a decidir qué opción tomar como de acatar las consecuencias que de ello deriven, es uno de los aspectos que nos transforma en un ser humano más completo.

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

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Celos. http://terapiasgestalt.es/celos/ http://terapiasgestalt.es/celos/#respond Thu, 11 Jan 2018 11:20:16 +0000 http://terapiasgestalt.es/?p=771   Recuerdo una vez, siendo adolescente, que una amiga me preguntó si yo no tenía celos de las chicas con las que se relacionaba mi pareja. Ante mi negativa (falsa por cierto, porque con el tiempo me descubrí, en muchos aspectos, celosa y posesiva en importantes dosis) me sorprendió respondiéndome que eso quería decir que …

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Recuerdo una vez, siendo adolescente, que una amiga me preguntó si yo no tenía celos de las chicas con las que se relacionaba mi pareja. Ante mi negativa (falsa por cierto, porque con el tiempo me descubrí, en muchos aspectos, celosa y posesiva en importantes dosis) me sorprendió respondiéndome que eso quería decir que en el fondo no le quería: “porque si le quisieras, le querrías sólo para ti”.

¡Ándale con la sentencia!

Lo espeluznante es que hay una parte importante de la población que así lo cree. Hay personas que aún son del parecer de que una cierta dosis de celos es necesaria en la relación amorosa, que su ausencia significa desamor, que estar realmente enamorado implica sentirse un poco mal cuando hay que compartir a la pareja, ya no a nivel sexual (la infidelidad o l serían temas de los que hablar más extensamente) sino en cuanto a sus intereses y amistades. No hablan de esos celos patológicos que acarrean finales desgraciados, sean ya malos tratos o asesinatos (tanto de la pareja como de los hijos por venganza); hacia esos, a los que consideran “de distinta clase”, sienten verdadera aversión y pánico. Sin embargo, la base donde se enraízan es la misma: la posesión.

Cuando consideramos algo como “nuestro” podemos pelear para recuperarlo o enfadarnos si imaginamos que lo estamos perdiendo o nos lo están robando, incluso vengarnos si nos sentimos gravemente ofendidos y dañados. Las emociones pueden ofuscarnos y desatarse en forma de dañina vorágine.

La verdadera cuestión no es el grado en que soy o dejo de ser celoso. Si simplemente acribillo a mi pareja a preguntas insidiosas cada vez que creo, intuyo, imagino o incluso sé ciertamente que ha compartido su tiempo con otras personas (no sólo del sexo opuesto) puedo intentar convencerme de que no pasa nada. Si le hago malas caras y le castigo con el látigo de mi indiferencia o le mantengo a “pan y agua” (léase sin relaciones sexuales) por su “supuesto” alejamiento de mí, también podría creer que es “lógicamente” razonable. Sin embargo, es terriblemente dañino e insano, no hace falta llegar a los extremos para perjudicar a alguien, incluido yo mismo.

Cuando la relación de pareja se convierte en una esclavitud, cuando uno de los dos pierde su individualidad, sacrifica sus deseos, amistades e intereses para conseguir la tranquilidad emocional del otro, realmente algo verdaderamente enfermizo y terriblemente pernicioso sucede.

El verdadero amor es desinteresado y, aunque bien es cierto que ninguno (al menos que yo conozca) es tan puro como para no desear ser correspondido y sentirse pleno simplemente por dar, también es verdad que el amor más sano, dentro de nuestra imperfección, es aquel en el que nos sentimos satisfechos por saber que, aun a pesar de sus diferentes intereses, amistades, aficiones o proyectos, esa persona está a nuestro lado.

Cuando los celos, en mayor o menor grado, hacen su aparición, lo único que realmente están reflejando es que hay en ti una carencia que pretendes llenar con ese “alguien” al que llamas “mío”. Si tienes la necesidad de poseer para sentirte satisfecho, si los pensamientos se te disparan cuando tu pareja se aleja y aun a veces estando juntos imaginas que algo pasa, empieza a ser hora de que aceptes tus inseguridades y vuelvas la mirada hacia tu interior.

Los celos no son sanos y, aunque puedan ser más o menos habituales según su intensidad, no es conveniente acomodarse a satisfacerlos.

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Sobrevivir a la ruptura de pareja. http://terapiasgestalt.es/sobrevivir-la-ruptura-pareja/ http://terapiasgestalt.es/sobrevivir-la-ruptura-pareja/#respond Thu, 28 Dec 2017 17:16:14 +0000 http://terapiasgestalt.es/?p=758   ¿Qué hacer para sobrevivir a una ruptura de pareja? A pesar de que todas las parejas son diferentes, hay dos cosas que suelen tener en común: la felicidad del enamoramiento y el dolor de la ruptura. En ambos casos, suele perderse la capacidad de raciocinio para dejarse arrastrar por la vorágine de las emociones. …

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¿Qué hacer para sobrevivir a una ruptura de pareja?

A pesar de que todas las parejas son diferentes, hay dos cosas que suelen tener en común: la felicidad del enamoramiento y el dolor de la ruptura. En ambos casos, suele perderse la capacidad de raciocinio para dejarse arrastrar por la vorágine de las emociones.

De todos es conocido el alboroto emocional que acompaña al enamoramiento. Como en casi todas las cosas de la vida, el ser humano acepta, con agrado y sin ningún tipo de recato, la obnubilación de la conciencia en este primer estado por su carácter, aceptado como positivo; sin embargo, rechaza, escondiéndolo si es posible de la visión publica, el descontrol emocional que la etapa final también ocasiona, por ser etiquetado como negativo.

Nadie desea que termine el enamoramiento, sino todo lo contrario. Sin embargo, procuramos hacer cualquier cosa para reducir el periodo de duelo que acompaña a la ruptura. ¿Cómo es posible, de forma sana, sobrevivir a la ruptura de la pareja si intentamos evitar los sentimientos y emociones que produce?

Retomamos aquí el concepto de polaridades. En un extremo tendríamos el enamoramiento y, en el opuesto, la ruptura de pareja; ambos producen  desequilibrios emocionales: uno produce el bienestar y la dicha, mientras que su reflejo inverso desencadena el displacer y la aflicción. Si aceptamos disfrutar con plenitud de uno de los extremos, deberíamos recibir con la misma aceptación el otro.

Sobrevivir a una ruptura de pareja no depende de quién deje a quién, de cómo lo hizo, de cuando sucedió, del tiempo de relación… Sobrevivir a una ruptura de pareja depende de aceptar y sostener con entereza todos los sentimientos y emociones que ella genera.

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Cuando ya no hay sexo. http://terapiasgestalt.es/cuando-ya-no-sexo/ http://terapiasgestalt.es/cuando-ya-no-sexo/#respond Thu, 02 Nov 2017 12:28:32 +0000 http://terapiasgestalt.es/?p=719   ¿Qué sucede en la relación de pareja cuando se da esta situación? Puede que la explicación que algunos de vosotros encontréis sea que, con el tiempo, la relación se vuelve más rutinaria y la pasión desenfrenada que os consumía al principio ha quedado ahogada por los quehaceres cotidianos y el cansancio. Podría ser… La …

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¿Qué sucede en la relación de pareja cuando se da esta situación?

Puede que la explicación que algunos de vosotros encontréis sea que, con el tiempo, la relación se vuelve más rutinaria y la pasión desenfrenada que os consumía al principio ha quedado ahogada por los quehaceres cotidianos y el cansancio.

Podría ser…

La disminución en la asiduidad de las relaciones y la desaparición del furor con el que antes los amantes se buscaban, podría ser perfectamente el resultado de la costumbre. Es bien sabido que el descubrimiento nos estimula e incita; la novedad excita ya que oculta las imperfecciones. Realmente, hasta que no conoces a una persona no te das cuenta de sus defectos y, en ese momento, la situación cambia;  si entran en juego otros sentimientos y otra química (ver “De la pasión a la ternura”) conseguiréis mantener el vinculo, aunque, eso sí, desde otro lugar más reposado.

Las personas enamoradas pueden parecerse a los niños con juguetes nuevos, al principio no pueden soltarlos, una vez ya han averiguado para qué sirven y cómo funcionan, pierden el interés.

Cuando lo novedoso pasa a ser parte de la cotidianeidad, el nivel de excitación desciende, pero no necesariamente tiene que perderse completamente. Lo que antes se conseguía de manera reactiva, a partir de este momento hay que trabajarlo.

Al principio de las relaciones, ambos miembros de la pareja suelen centrar gran parte de sus pensamientos diarios en el otro. Eso les mantiene en un constante “grado de ebullición”. Es como si tuviésemos una olla con agua caliente siempre en el fuego, ajustando de tal manera su temperatura que, en cualquier momento, con un simple giro del regulador del gas para darle un poco más de potencia, pudiese ponerse a hervir sin más espera.

Con el tiempo, se nos olvida poner la olla en el fuego y, entonces, cuesta mucho más tiempo preparar cualquier cosa. Ya no estamos predispuestos y el cansancio, el trabajo o cualquier rutina nos envuelven y “enfrían”.

La pasión a partir de cierto tiempo hay que propiciarla:

1-No hay que dar por sentado que el otro ya sabe que le queremos, hay que seguir dando muestras de amor; los besos y los abrazos deben seguir siendo habituales en cualquier momento y lugar. Decir “te quiero”, dar las gracias cuando es necesario, mostrar afecto y ternura de manera asidua, son grandes afrodisiacos.

2-Mandar SMS de vez en cuando para hacer sentir al otro que sigue formando parte de nuestro mundo aun cuando no estamos con él. Ilusiona y alegra recibir mensajes cariñosos, es otro puntito de gas que caldea el agua.

3-Sorpresas en general. Da igual si es recogerle en el trabajo, como que encuentre ya preparada una cena o un picoteo cuando llegue a casa, u organizar una cena íntima o con amigos a los que se desea ver hace tiempo, o un fin de semana en algún lugar romántico, o una escapada loca a hacer puenting. El hecho es que el otro se siga sintiendo movilizado por el amor.

4-Invertir un tiempo en hablar y escuchar. Antes, todo lo que salía por la boca de la pareja era absorbido con ansia. Este interés por las circunstancias, situaciones y vivencias de la otra persona ahora suele deslizarse a un segundo o tercer lugar de nuestras prioridades. Cuando nuestra pareja pasa a formar parte de nuestro quehacer cotidiano, deja de ser “uno” y se convierte verdaderamente en  “otro” y el egoísmo parece volver a la superficie.

5-Para que el amor perdure, hay que compartir, no solo convivir. Es conveniente tener objetivos y planes mutuos ya que ilusionan y unen.

6-Buscar aficiones y evasiones individuales para no saturarse y aburrirse de la mutua presencia. Es mejor tiempo de calidad que hastío en compañía. No es conveniente quererlo hacer todo juntos, cuando está claro que por muchas afinidades, objetivos o proyectos comunes que se compartan, cada uno es un ser individual con apetencias únicas. La pareja es una faceta muy importante en la vida del ser humano, pero no es la única y, si queremos centrar todo nuestro mundo en esa persona exclusivamente, podemos acabar por hartarnos o ahogarla.

Estas serían algunas formas de mantener activa la “olla” de nuestra pasión, serían el kit de herramientas básico que toda pareja debe llevar consigo a lo largo de toda su vida en común. Son los instrumentos que cualquier pareja sana puede utilizar por sí sola.

Si creemos que la relación funcionará simplemente por permanecer juntos y convivir bajo el mismo techo, nos equivocamos y aquí aparece realmente el problema al que me refería con la frase con que inicié el texto: ¿qué les sucede a las parejas cuyas relaciones sexuales son prácticamente inexistentes?, ¿hay algo más, a parte de la rutina, que lo propicie?

Sí, hay mucho más que la rutina. En una relación de pareja estable la pasión se estabiliza pero no se pierde. Cuando el apetito sexual prácticamente desaparece en uno o ambos miembros de la pareja, existe un problema y suele ser grave.

Si se tratase de personas cuya libido nunca ha sido muy activa, contemplaríamos la posibilidad de problemas individuales y, aunque pueda ser molesto e incluso motivo de separación, en realidad lo único que cambió es que las expectativas de salvación por parte del miembro más “activo” sexualmente han sido, finalmente, confrontadas con la cruda realidad: nadie puede salvar a nadie. Si tu pareja tiene una disfunción (impotencia, frigidez, eyaculación precoz o cualquier otro tipo de patología) tanto si es leve como grave, tu amor por sí solo no la curará, necesitará ayuda médica y/o terapéutica.

Si este adormecimiento de la libido se trata de un cambio drástico de actitud pasado un tiempo de relación,  es un síntoma claro de disfuncionalidad en la pareja; es decir, hay algo en el vínculo que se ha roto. Es difícil generalizar los motivos, como decía mi madre “cada casa es un mundo” y yo añado “y en cada mundo suceden miles de cosas”, pero en lo que no hay equívoco es en la evidencia de que existe un problema.

A veces, las personas no somos del todo conscientes de lo que nos sucede, sin embargo, nuestro cuerpo reacciona a esa circunstancia, situación o malestar y es lo que recibe el nombre de somatización.

La desaparición del deseo sexual es uno de los indicadores claves e indiscutibles de que aun no sabiendo conscientemente cuál es el problema específico con el que lidiamos, “haberlo, haylo”.

Ante una situación de este tipo no es conveniente esperar, la terapia de pareja puede ayudar a solucionar favorablemente el conflicto y, si no fuese ese el caso, al menos se conseguiría una separación lo menos traumática posible.

Cuando el cuerpo habla, hazle caso.

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¿Las mujeres confundimos sexo con amor? http://terapiasgestalt.es/las-mujeres-confundimos-sexo-amor/ http://terapiasgestalt.es/las-mujeres-confundimos-sexo-amor/#respond Wed, 18 Oct 2017 09:46:05 +0000 http://terapiasgestalt.es/?p=704 Aunque parece que cada vez se están equiparando más  las actitudes de ambos sexos sobre el tema, aún existe una cierta tendencia a confundir los conceptos ante determinadas circunstancias. Una relación sexual esporádica es comúnmente aceptada como un encuentro pasajero que satisface a ambos participantes. Cuando estos encuentros se repiten entre estos mismos individuos, es …

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Aunque parece que cada vez se están equiparando más  las actitudes de ambos sexos sobre el tema, aún existe una cierta tendencia a confundir los conceptos ante determinadas circunstancias.

Una relación sexual esporádica es comúnmente aceptada como un encuentro pasajero que satisface a ambos participantes. Cuando estos encuentros se repiten entre estos mismos individuos, es probable que se creen confusiones o interpretaciones diferentes según el sexo de cada uno de ellos. Cuando no están de acuerdo en el motivo que les empuja a repetir, normalmente es la chica la que suele pensar que “hay algo más”, que no sólo es placer sexual lo que les une.

¿Hasta qué punto esto es una leyenda urbana? Naturalmente, no seré yo quien dé claves científicas totalmente irrefutables para corroborar o rebatir la hipótesis pero, como curiosa “investigadora amateur” del tema, pretendo colaborar aquí con algunas ideas  para favorecer la reflexión sobre ello.

En otro artículo, hablé sobre las hormonas que intervienen tanto en el enamoramiento como en el amor propiamente dicho (ver “De la pasión a la ternura”), retomaré aquí el tema hablando principalmente de una de ellas, ya que podría ser una de las causas (o así lo entiendo yo) de esta confusión (si es que existe): la oxitocina.

Recordemos: el enamoramiento es una pasión desenfrenada que, con el tiempo, quizás dará paso a una relación más tranquila y duradera a la que llamamos amor. Aunque muchas veces no es así y dos personas que han vivido un “tórrido” romance no llegan a establecer un vínculo afectivo duradero.

A veces, lo que se cree enamoramiento no es más que un destello de pasión sexual, el cual estaría regido principalmente por la dopamina, que sería la hormona que implica el placer y el deseo, mientras que la oxitocina sería la que establece el vínculo, con lo que experimentamos ese deseo y placer hacia una única persona. Desde mi “visión mundana” la dopamina sería promiscua mientras que la oxitocina sería monógama.

Por esta razón, una vez el cuerpo va calmándose, nos damos cuenta de lo que nos sucede realmente y volvemos a experimentar un mayor grado de lucidez, apreciando que, quizás, lo que llamábamos amor, no era realmente tal y, por tanto, la que consideramos pareja simplemente fue amante.

¿Pero qué sucede cuando los dos miembros de la pareja tienen visiones diferentes sobre el tema? Y lo que es más común: ¿por qué somos las mujeres las que creemos que era amor y no sólo sexo?

Mi teoría al respecto es que la segregación de oxitocina es mayor en la mujer que en el hombre y ahí radicaría el gran problema. Es una opinión totalmente personal basada en lo siguiente: si sabemos que el contacto físico en general estimula la secreción de oxitocina, hemos de aceptar que, en general, somos las mujeres quienes más contacto establecemos, tanto con nuestros familiares y amigos como con conocidos en general. Las profesiones más socializadoras suelen estar desempeñadas, sobre todo, por mujeres: maestras, cuidadoras o enfermeras entre otras.

La producción de oxitocina no sólo se estimula con el contacto humano, si no también con las caricias de nuestras mascotas. Alimentos como el chocolate y ciertos dulces también la propiciarían. También sabemos que la producción de oxitocina aumenta considerablemente con el embarazo y el parto; es gracias a ella que se establece el vínculo entre madre e hijo. Y, naturalmente, se genera en ambos sexos, tras el orgasmo en las relaciones sexuales. Como inhibidores nos encontraríamos el poco contacto físico y el estrés.

Si tenemos en cuenta estos ítems, de entrada, parece ser que las mujeres segregamos en general un poco más, ya que aunque estemos tanto o más estresadas que el hombre, en general lo compensamos con mayor contacto físico.

También es cierto que el mayor índice de “adictos al amor”, es decir, personas dependientes emocionalmente, lo representan las mujeres. (Es un trastorno que se relaciona con las emociones y la capacidad o calidad para establecer vínculos significativos con otras personas. El sujeto es controlado por su necesidad de la otra persona, y el intenso miedo a la pérdida y a la soledad contaminan el vínculo establecido en la pareja).

Por otro lado, si damos como válida la creencia de que el hombre es promiscuo por naturaleza, debido a la necesidad ancestral de repartir abundantemente su  “semilla” para asegurar la perpetuación de la especie, y de la monogamia de la mujer, como origen para favorecer la crianza, tendríamos otros aspectos más a favor.

Sea cierto o no este último apartado, la presión sociocultural sobre la decencia y la monogamia que aún seguimos arrastrando, por muy liberales que nos hayamos vuelto las mujeres en las últimas décadas, hacen que todo hombre que se interese por nosotras de un modo mínimamente constante y dispare nuestras hormonas haciéndonos sentir la llama de la pasión pueda convertirse, sin mucha racionalización a nuestros ojos, en nuestra posible pareja, más que en un compañero sexual muy satisfactorio.

Naturalmente que estoy generalizando y por supuesto que es una simple conjetura. No hay indicios científicos que conozca que apoyen totalmente mi visión de los hechos, pero… podría ser, ¿no?

Si te sientes identificada/o con todo esto, es bueno que te tomes un tiempo para reflexionar, pues seguramente tienes o tendrás problemas en tus relaciones, tanto esporádicas como de pareja. Un proceso terapéutico enfocado a trabajar el tema te beneficiaría.

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Separaciones tras el verano. http://terapiasgestalt.es/separaciones-tras-verano/ http://terapiasgestalt.es/separaciones-tras-verano/#respond Thu, 28 Sep 2017 10:12:54 +0000 http://terapiasgestalt.es/?p=685   Parece ser que uno de los periodos del año en el cual aumentan las separaciones y los divorcios es tras las vacaciones estivales. Tras haberse estado quejando durante meses por la falta de comunicación y el poco tiempo para compartir, ¿qué les pasa a las parejas cuando por fin pueden estar juntas después de …

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Parece ser que uno de los periodos del año en el cual aumentan las separaciones y los divorcios es tras las vacaciones estivales.

Tras haberse estado quejando durante meses por la falta de comunicación y el poco tiempo para compartir, ¿qué les pasa a las parejas cuando por fin pueden estar juntas después de haber estado todo el año corriendo casi sin contacto?

Compartir el tiempo y el espacio cuando la relación está muy deteriorada, en lugar de proporcionar una segunda oportunidad para solucionar los conflictos ya existentes, empeora la situación abocando a la pareja a buscar su disolución como tal.

Algunas parejas estaban convencidas de que el desasosiego era producto de la rutina cotidiana, de que su falta de comunicación era un simple fruto de la incompatibilidad horaria y de que la distancia entre ambos no era más que el resultado del cansancio.

En estos casos, una vez desaparecidos los “supuestos” inconvenientes, se evidencia la cruda realidad: la pareja está en crisis.

Es posible que se den cuenta de que no tienen nada agradable que decirse, que las posibles aficiones o proyectos comunes que alguna vez tuvieron hayan desaparecido, o que la mutua compañía no les satisfaga y la apatía les embargue. También es posible que las discusiones achacadas al estrés se sigan repitiendo ahora por motivos nimios, que vean las cosas de maneras completamente opuestas e irreconciliables y ambos se crean poseedores de la razón absoluta.

Otras parejas, conscientes de que su relación no funciona, quizás crean que la relajación estival puede ayudar a “cambiar actitudes”, propiciando el acercamiento y reavivando las brasas del amor y la pasión. Sin embargo, están  tan “quemados” y resentidos por la insatisfactoria situación que llevan arrastrando durante tanto tiempo  que, probablemente, tengan un gran listado de agravios recibidos, algo que les mantiene convencidos de que su implicación en todos los hechos desagradables no es más que una reacción “lógica y sensata”, resultado de las agresiones sufridas; por lo tanto, quien realmente debe “cambiar” de comportamiento es el otro. Dicen en voz alta que ellos “ya” ponen todo de su parte.

Este “YA” es como una espada, un hierro al rojo vivo que se introduce sin piedad en las entrañas del otro, ese “otro” que se siente igualmente agraviado y agredido.

Su actitud no cambia, simplemente están a la espera, ojo avizor, vigilantes, expectantes, dispuestos a señalar cualquier pequeña acción o palabra que confirme su aseveración de que “el otro es el culpable”.

Esta supuesta intencionalidad y predisposición para encontrar una solución con la que empiezan las vacaciones, no existe. Creen intentarlo pero, realmente, sólo desean confirmar su inocencia, liberarse de la responsabilidad que conlleva ser coparticipe del desastre al que se sienten abocados.

Sin ayuda, es muy difícil sobreponerse a esta “pelea de gallos”.

Las parejas sanas establecen lo que se llama una relación simétrica, es decir, una relación entre iguales donde, además de amor, existe cooperación y compañerismo. Jerárquicamente, ambos miembros son iguales, no hay uno más importante o superior al otro. Cuando aparece la competencia o la rivalidad es cuando estas relaciones se vuelven disfuncionales, dañinas.

El desequilibrio aparece cuando una acción tras otra se convierte en una guerra para demostrar quién es más o quién tiene la razón. Llega un momento en el cual no importa el motivo, simplemente están pendientes de demostrar su preponderancia por encima del otro. Es lo que se llama en terapia familiar sistémica “la escalada simétrica”.

Ambos están tan implicados y con tal caudal de resentimiento que por sí solos no pueden deshacer el círculo vicioso en el que se hallan inmersos. Por muy buena intención, por muchas ganas que tengan de conseguirlo, sin ayuda externa, imparcial y profesional, es imposible controlar esta dinámica; está ya tan instaurada en su funcionamiento cotidiano que parece tener vida propia y desatarse automáticamente.

¿Cómo se llega a esta situación? Plantear esta cuestión sería como hacer esa tan conocida pregunta de ¿Quién fue antes: el huevo o la gallina? Lo único cierto es que, sin saber cómo y sin darse cuenta, hay parejas que llegan a este punto sin retorno.

De todos modos, podríamos fijarnos en algunos aspectos que quizás nos ayudarían a no caer tan fácilmente en esta tela de araña:

1-Responsabilidad: Recordar siempre que el otro no nos hace nada; somos nosotros los que interpretamos como ataques algunas de las afirmaciones o algunos hechos. La otra persona simplemente dice o actúa según su momento, según sus necesidades y, cómo no, según sus deficiencias.

2- La relación es cosa de dos: Aunque este apartado realmente está incluido en el anterior, no está de más hacerle mención aparte para resaltar su importancia. Todo lo que sucede en la relación de pareja no es fruto de la actuación de uno solo de sus miembros. Tanto sea por acción como por omisión, tu implicación está asegurada; antes de aseverar tu inocencia recuérdalo. No eres culpable de nada, al igual que tampoco lo es tu pareja, pero ambos sois responsables de todo lo que os suceda.

3-Empatía: No hay que olvidar que la otra persona siente y padece como tú. Recuerda siempre que las mismas situaciones o palabras que a ti te duelen, suelen dolerle a tu pareja también. En este caso, deberíamos aplicar el mandamiento cristiano de “quiere al prójimo como a ti mismo” como “no le hagas al otro lo que no quieras para ti mismo”.

4-La confianza y las licencias que nos otorga: Del mismo modo que la confianza con nuestra pareja nos da la libertad de mostrarnos tal cual somos, sin tapujos ni ambigüedades, entraña un grave peligro y es que nos hace perder el control y apropiarnos del derecho a hacer comentarios sin ningún tipo de censura; estos, en lugar de ser críticas constructivas hechas desde el amor y con el objetivo de ayudar, se vuelven fácilmente afirmaciones mordaces y destructivas. Decir lo que uno piensa a alguien con total confianza no nos da el derecho a escupir cualquier cosa,  porque las palabras duelen y se asientan en nuestro interior creando heridas llenas de resentimiento. Porque, a pesar de lo que muchos creen, las palabras no se las lleva el viento, sino que se asientan en el corazón cargándolo de hiel.

5-Confrontación asertiva: Por mucho que grites no tendrás más razón, ni tu pareja te hará más caso. Exponer las quejas o las desavenencias desde la calma y sin ataques personales, propicia el entendimiento mucho más que los gritos y las acusaciones. No es lo mismo decir: “para variar no has comprado las cosas de la lista que te di; solo piensas en ti mismo, eres un egoísta y estoy más que harta”, que expresarse de este modo: “me gustaría que hicieses la compra, te di la lista esta mañana para hacerlo; cuando se te olvida, me molesta porque imagino que no te preocupas por las cosas comunes y tengo la sensación de que me cargo con todo el trabajo de la casa. Me gustaría que me ayudases y lo hicieras”.

Desde este lugar se puede hablar, cambiar opiniones y llegar a acuerdos, ya que se habla del problema, no se ataca a la persona.

Para poder restablecer una relación sana de pareja es necesario un esfuerzo por ambas partes y sentir, todavía, un sentimiento amoroso el uno hacia el otro. Si, por el contrario, el amor terminó o no existe una verdadera voluntad de cambio, ni las vacaciones más maravillosas serán capaces de restaurarla.

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Confrontación asertiva. http://terapiasgestalt.es/confrontacion-asertiva/ http://terapiasgestalt.es/confrontacion-asertiva/#comments Thu, 10 Aug 2017 10:27:01 +0000 http://terapiasgestalt.es/?p=643 ¿Amor o Desamor? De todas las acepciones de Confrontación, la que más se acomodaría a lo que pretendo explicar es:  ”Careo o enfrentamiento entre dos o más personas” Asertivo proviene del latín assertus que quiere decir “afirmación de la certeza de una cosa”. Por tanto, podríamos decir que cuando hablamos de una persona asertiva, nos …

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¿Amor o Desamor?

De todas las acepciones de Confrontación, la que más se acomodaría a lo que pretendo explicar es:  ”Careo o enfrentamiento entre dos o más personas”

Asertivo proviene del latín assertus que quiere decir “afirmación de la certeza de una cosa”. Por tanto, podríamos decir que cuando hablamos de una persona asertiva, nos estamos refiriendo a la que tiene la capacidad de expresar o transmitir lo que quiere, lo que piensa o siente de manera contundente; que no es lo mismo que de manera agresiva.

Según esto, la confrontación asertiva consistiría en enfrentarse a una o más personas expresando las opiniones, sentimientos o lo que se quiere, de manera clara e irrebatible, intentando no incomodar ni herir a los interlocutores. Dicho de una manera más coloquial: sería mantener una diferencia de opiniones sin pelearse.

Ante una discrepancia solemos discutir, subir el tono de voz, enfadarnos. Entramos en competencia pues pretendemos convencer al otro y conseguir tener la razón; “ganar”.

Las relaciones de pareja disfuncionales son un claro ejemplo. Una vez  la pareja llega a un punto dado, deja de mantener conversaciones o intercambios de opiniones para establecer guerras dialécticas sobre quién tiene o no la razón, sobre quién empezó y, en consecuencia, quién tiene la culpa de lo que les está sucediendo.

¿Cómo podemos mantener una confrontación asertiva?

Como ya expliqué (ver Relaciones con los hijos), debemos ante todo darnos cuenta de lo que nos sucede a nosotros y así, poder mostrarnos ante los demás: Flexibles, Respetuosos, Justos y Congruentes.

Aunque racionalmente reconocemos que es imposible que todo el mundo esté de acuerdo, nos cuesta aceptar que nuestra pareja tenga una idea opuesta a la nuestra.

El hecho de querernos no implica necesariamente pensar lo mismo, ni que deban gustarnos las mismas cosas. Deseamos que nuestra pareja nos deje “ser” y “hacer” según nuestro criterio,  mientras pretendemos que sea ella la que se adapte, con lo cual nos acabamos comportando de manera injusta e incongruente al no respetar de ella lo que esperamos nos respete de nosotros.

Aceptar las diferencias es ver a nuestra pareja tal como es y amarla por sí misma, no por ser un apéndice nuestro.

Hay momentos para estar juntos, para compartir, y otros para ser independientes y reunirnos con personas que participen de nuestros mismos gustos, y no por hacerlo dejaremos de amar a nuestra pareja.

tecnicas de confrontacion ejemplosA veces se confunden los conceptos; el amor es un sentimiento y las preferencias, las opiniones, son ideas. Existe la falsa creencia de que estar de acuerdo implica amor y en desacuerdo, desamor.

La confrontación asertiva se da cuando cada uno da sus razones ante una situación o tema en concreto y a raíz de ello actúa en consecuencia, solo o conjuntamente. Ocasiona más separaciones pretender ir “todos a una, como Fuenteovejuna” que hacer lo que cada uno cree respetando, los momentos de diferencia y disfrutando los momentos compartidos.

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

 

 

 

 

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Ahora que nos casamos, nos separamos. http://terapiasgestalt.es/ahora-nos-casamos-nos-separamos/ http://terapiasgestalt.es/ahora-nos-casamos-nos-separamos/#respond Mon, 26 Jun 2017 08:50:53 +0000 http://terapiasgestalt.es/?p=578   ¿Cuántas parejas conocéis a las que les ha sucedido? Parejas que llevaban años conviviendo juntos de manera armoniosa y de repente, deciden formalizar legalmente su situación  y, al cabo de poco tiempo, rompen la relación. ¿Qué ha cambiado? Naturalmente cada pareja es única y sus propias vivencias determinan sus circunstancias y comportamientos, pero los …

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¿Cuántas parejas conocéis a las que les ha sucedido? Parejas que llevaban años conviviendo juntos de manera armoniosa y de repente, deciden formalizar legalmente su situación  y, al cabo de poco tiempo, rompen la relación.

¿Qué ha cambiado?

Naturalmente cada pareja es única y sus propias vivencias determinan sus circunstancias y comportamientos, pero los estudios nos muestran la existencia de un determinado patrón al que podrían pertenecer muchas de ellas.

Existe aun hoy, en esta época de emancipación y liberalización de costumbres, el pensamiento escondido de que sigue sin ser lo mismo “vivir en pareja” que “estar casados”.

El que un documento oficial legalice una situación de hecho, hace que en algunas personas se disparen ciertos sentimientos y pensamientos:

1-Posesión: Es mi marido/mujer. Cambia el estatus; el otro, por el hecho de haber firmado un papel me pertenece y, por tanto, tengo derecho a relajarme y dejar de preocuparme por él/ella. Ya no es necesaria la conquista. El trabajo ya está hecho. “Llegué, enamoré y me casé”.

2-Hasta que la muerte nos separe. Aunque está estrechamente relacionado con el anterior y puede llegar a confundirse, la relajación que produce este pensamiento está  relacionada con el hecho de creer que solo la muerte puede romper el vínculo. Es una negación del principio: “nada es para siempre”.

Estos dos aspectos son compartidos por muchas parejas tanto “legalizadas”, como no, pero si es cierto que en algunas sólo se despiertan cuando aparece la formalización.

Aunque la causa  principal de estas separaciones fulminantes suele ser el motivo por el cual se realizan estas bodas. Cuando esta decisión es un recurso, es cuando suelen estar abocadas al fracaso.

De manera inconsciente, uno o ambos miembros de la pareja pueden intuir, percibir o incluso darse perfecta cuenta, de que están en crisis  y se opte por la boda como una reafirmación o activación del sentimiento amoroso que parece estarse perdiendo. La equivocación consiste en querer remplazar un pensamiento por un sentimiento. En este caso, “querer no es poder”. Avivar el amor con un trámite burocrático no suele ser efectivo.

Cuando se toma una decisión, cuando se realiza un cambio significativo sin razones validas que lo justifiquen, lo más habitual es que el verdadero motivo no se ajuste a la solución tomada.

Si la relación se está deteriorando, la solución adecuada es trabajar para mejorarla; mediante la comunicación, y con terapia si es necesario.

Si el amor terminó, la solución es separarse, nunca casarse o tener un hijo.

Afrontar la realidad es lo más sano y menos traumático. 

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

 

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Seguir en pareja. http://terapiasgestalt.es/seguir-en-pareja/ http://terapiasgestalt.es/seguir-en-pareja/#respond Wed, 07 Jun 2017 07:49:00 +0000 http://terapiasgestalt.es/?p=516   “Todas las cosas que nos producen felicidad pueden ser igualmente el origen de nuestra insatisfacción o infelicidad y viceversa” Al inicio de una relación existe “un periodo de luna de miel”, durante el cual la pareja comparte mucho apoyo y bondad. Todo sucede tal y como deseamos, somos capaces de satisfacer las necesidades del …

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“Todas las cosas que nos producen felicidad pueden ser igualmente el origen de nuestra insatisfacción o infelicidad y viceversa”

Al inicio de una relación existe “un periodo de luna de miel”, durante el cual la pareja comparte mucho apoyo y bondad. Todo sucede tal y como deseamos, somos capaces de satisfacer las necesidades del otro y la relación parece ir cada vez mejor. En esta época no suele existir ninguna dificultad.

Y ese es el problema, esperamos que siempre siga mejorando. No nos damos cuenta que la disposición de los miembros de la pareja irá cambiando con el tiempo y ambos deberán adaptarse a la nueva situación y “sanar” la relación para poder seguir adelante con la misma.

En este punto se dan dos situaciones:

  1. Hay parejas que se dan cuenta realmente de que una vez finalizado el “fogonazo” inicial, su vida en común tiene poco sentido. Es una situación muy habitual y difícil de gestionar, ya que cuesta aceptar la realidad y actuar coherentemente.
  2. Hay parejas que consiguen establecer “un lazo espiritual” que va más allá de los intereses comunes y la atracción física, y gracias a él, se sobrepondrán a las dificultades y podrán seguir adelante.

El verdadero propósito de las relaciones es interactuar con otras personas y éstas, al igual que nosotros, son impredecibles y cambiantes. Si no somos capaces de apreciar e interactuar con sus diferencias, inclinaciones y peculiaridades individuales estamos sembrando la semilla de la insatisfacción.

Si somos incapaces de adaptarnos al cambio que toda relación sufre con el paso del tiempo (la rutina, los problemas, los nuevos intereses…), si nos resistimos, pretendiendo que todo siga igual, cuando sabemos racionalmente que es imposible, ésta será una relación desgraciada.

Si somos capaces de superar nuestras resistencias aceptando y reconociendo que los pensamientos, esperanzas, tendencias y temores de nuestros seres queridos cambian con el tiempo tal y como lo hacemos nosotros, existe la posibilidad de seguir avanzando juntos.

La transformación es inevitable en las relaciones. Solo es cuestión de saber si queremos “transformarlas” a nuestra manera como consecuencia de nuestro deseo o entregándonos a recibir todo lo que nos llega de nuestros seres queridos. Según la elección, obtendremos el resultado.

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

 

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Sufrir por amor. http://terapiasgestalt.es/sufrir-por-amor/ http://terapiasgestalt.es/sufrir-por-amor/#respond Mon, 15 May 2017 10:07:22 +0000 http://terapiasgestalt.es/?p=468   Hay que aceptar, que cuando abrimos la puerta de los sentimientos, les estamos dando paso a todos ellos; no tenemos un tamiz que va discriminando: este sí, este no… Si eres capaz de amar mucho, también vas a sentir mucho dolor. Hay que aceptar que el desamor, es una desgracia temporal que conlleva el …

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Hay que aceptar, que cuando abrimos la puerta de los sentimientos, les estamos dando paso a todos ellos; no tenemos un tamiz que va discriminando: este sí, este no… Si eres capaz de amar mucho, también vas a sentir mucho dolor.

Hay que aceptar que el desamor, es una desgracia temporal que conlleva el haber amado.

Cuando te enamoras pueden pasar varias cosas:

a)Te enamoras y descubres con el tiempo que esa persona es un buen compañero para ti. (Hay que recordar que nada es imperecedero, en cualquier momento puedes pasar a ser miembro de las otras opciones).

b)Te enamoras y descubres que esa persona no es para nada un buen compañero y lo dejas.

c)Te enamoras y esa persona descubre que no eres un buen compañero para ella y te deja.

En las dos últimas opciones, existe el riesgo de desesperarte por amor. Si has sido “abandonado”, encuentras explicación en ello y te regodeas en el sufrimiento, en ese dolor romántico de las películas y, vas pasando etapas, recorriendo toda esa amalgama de sensaciones y sentimientos que van desde la desesperación a la rabia.

Si estas en la opción b) se te hace más difícil entender porque en momentos puntuales, o no tan puntuales, te aferras al recuerdo de esa persona deseando volver con ella; cuando algo en ti te repite los diferentes aspectos que os separan.

Cuando existe una desesperación ante un amor incipiente, cuando ante la evidencia de que algo terminó sigues sentimentalmente aferrado a ello, cuando enalteces unas virtudes inexistentes y olvidas los inconvenientes… esto no es el dolor propio de la pérdida, a esto le llamo yo “desamor de amor”.

Se trata de una adicción: enamorarse del amor.

Es enamorarse de la euforia que te produce una persona, no de la persona en sí misma.

La adicción al amor no te arruinará la salud ni la vida (en principio), pero sería conveniente aprender a distinguir entre el objeto amoroso y la excitación de tener el corazón abierto.

Deberás superar el duelo sea cual sea tu caso: un amor que terminó, un amor que no cuajó o un “desamor de amor”. Si sientes que no puedes superar tu sol@ la situación, pide ayuda.

En la terapia para superar el duelo se suelen emplear pocas sesiones, sin embargo es muy efectiva en los resultados. La terapia para superar el enamorarse del amor puede ser más larga, porque entraña indagar en ti mism@.

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

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