En la Terapia Gestalt no hay un apartado especifico que se dedique al enfoque terapéutico dirigido a las parejas y familias, aunque siendo tal como es una terapia de carácter humanista y holístico, sería impensable no contemplar la posibilidad de asistir a estos sistemas familiares en sus momentos conflictivos.
Esta misma razón me ha llevado a especializarme en este campo terapéutico concreto.
Para poder ejercer profunda y adecuadamente este acompañamiento, he complementado mi formación con la adquisición de los conocimientos teóricos que aporta la Terapia Sistémica.
La Terapia Sistémica y la Terapia Gestalt forman un excelente tándem para poder trabajar en estos ámbitos. Ambas comparten la concepción holística, en la cual ningún elemento (sea un ser humano, una especie animal o vegetal, sea una pieza mecánica) funciona ajeno al contexto en el que está inmerso.
La intervención sistémica se encargará pues de contemplar la estructura ya sea de la pareja o la familia, cómo se establecen en ellas los vínculos de relación, observar sus disfunciones e intentar pautar tareas que propicien el cambio. Mientras que la Terapia Gestalt ayudará a gestionar los aspectos individuales de los miembros: responsabilidad, proyecciones… al tiempo que, con sus herramientas, favorecería la aceptación y la realización de las tareas sistémicas.
A veces, según la problemática específica de la pareja o familia, colaboro con otro terapeuta de género masculino.
El tiempo de tratamiento suele ser más reducido que un proceso personal ya que en la terapia familiar o de pareja vamos a trabajar un objetivo muy concreto.
Es conveniente no esperar a que la situación familiar sea insostenible. Cuanto antes se aborden los aspectos disfuncionales, más fácil será resolverlos de manera satisfactoria. Sin embargo no hemos de olvidar, que quizás a veces, lo satisfactorio pueda ser romper el vínculo relacional.