En una tribu africana, las tapas de las cacerolas se usan para negociar creencias conflictivas entre marido y mujer. En las ocasiones que una esposa está enojada con su marido por ciertas diferencias entre ellos, remplazará la tapa habitual de la cacerola por otra en la que haya grabadas figuras que expresen proverbios aplicables al conflicto. La esposa tendrá una variedad de esas tapas que se las habrá entregado su madre en el momento del matrimonio.
Cuando el esposo ve la otra tapa, comprende el significado del proverbio indicado y cuál es la cuestión que plantea la esposa.
En ese momento, el esposo tiene dos alternativas: puede aceptar la posición de la mujer y pedir disculpas, o refutar su posición reemplazando la tapa que puso la esposa por otra de una colección que él posee y que se las habría entregado su padre en el momento de la boda.
Si las tapas disponibles no son suficientes para zanjar las diferencias o si no se adaptan bien a la situación, entonces la pareja puede ir a ver a un especialista, un escultor que confecciona esas tapas y, hacerse fabricar una concreta.
En nuestra cultura, cuando las familias y parejas se quedan sin tapas disponibles somos los terapeutas los encargados de ayudarles a fabricar algunas nuevas.