Me resultó sorprendente el constatar que ciertas personas consideran la Terapia Gestalt como una secta.
1–f. Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica.
2-f. Doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra.
3-f. Conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa.
Es evidente que, en el lenguaje coloquial, el significado que le damos a este vocablo se basaría más en la tercera acepción de la RAE, siendo la falsedad entendida más bien como peligrosidad. Cuando denominamos a una tendencia religiosa o ideológica como sectaria queremos resaltar su carácter nocivo y alienante sobre las personas.
Al principio, creí que era una opinión despectiva y puntual de algún individuo cuya experiencia había sido negativa y proyectaba su malestar.
Investigando e indagando, pude apreciar que esta visión también emanaba de ciertos y reducidos ámbitos académicos, desde donde ciertos enseñantes universitarios nos desacreditaban con dicha clasificación. Y también como, en ciertos países, esta creencia afecta aparatosamente a la práctica cotidiana de muchos profesionales, ya que se ha creado alguna ley al respecto. Sobre estos aspectos incidiré más adelante.
Lo que me llevó a reflexionar e informarme más sobre este tema fue que hace unos días conocí a una mujer que profesa la religión llamada Wicca. No había oído hablar antes de este culto. Al investigar, me he dado cuenta de que muchos de sus preceptos no difieren excesivamente de otras convicciones (no dañar, realizar ritos y ceremonias), en otros se asemejan a ciertas terapias alternativas (uso de energía y minerales o la creencia de la influencia de las polaridades, por ejemplo, el amor a la naturaleza), incluso pueden ser considerados por parte de la sociedad como una superstición u oscurantismo, ya que se denominan brujos.
Lo que sí me ha quedado claro es que, salvando las distancias (grandes o pequeñas), la mayoría de las corrientes ideológicas, religiosas, filosóficas o psicológicas tenemos un único fin: la búsqueda del bienestar del ser humano. Al menos de pensamiento.
Algunas hacen proselitismo y quieren conseguir adeptos que engrosen sus filas, otras nos hacemos visibles, ya que trabajamos con y para las personas, y otras, como los wiccanos celtas (por lo que he conseguido averiguar) viven tranquilamente siguiendo sus creencias sin alboroto.
¿Qué hace que parte de la humanidad nos dediquemos a desacreditar a la otra mitad?
El uso consciente de un vocablo u otro a la hora de definir, describir o denominar una corriente ideológica, filosófica, religiosa… puede ocasionar un daño irreparable.
En Francia, por ejemplo, la Terapia Gestalt está incluida junto con la Naturopatía o el Reiki en una lista del gobierno de vigilancia de los movimientos sectarios. ¿Qué ha llevado a nuestro país vecino a tener a estos profesionales en el punto de mira?
Mis compañeros franceses no han podido darme razones claras, creen que por una parte podría ser una presión por parte de ciertos profesionales cuyas carreras académicas son más convencionales (psicólogos, psiquiatras, médicos…) que consideraban como intrusismo este tipo de prácticas. Vamos, que se intenta proteger los títulos universitarios.
Por otro lado, posiblemente el divorcio de una pareja del entorno cercano de un diputado, en la que la mujer era una terapeuta gestáltica. Parece ser que, a raíz de la ruptura, la mujer no quería permitir que el ex marido viese a sus hijos, o al menos ponía muchas dificultades. Los rumores indican que la batalla legal que se estableció acabó por desacreditarla a ella, aprovechando su profesión, y el gasto que sus estudios le habían ocasionado como un elemento significativo.
Lo que es obvio es la existencia de la lista y de una ley que, desde el año 2010, impide que los terapeutas gestálticos sean considerados psicoterapeutas.
Tanto en España como en Francia, para poder ser considerado psicoterapeuta necesitas reunir ciertos requisitos. Es decir, en ambos países los terapeutas sin estudios universitarios de Psicología o Medicina no podemos acceder a ser considerados psicoterapeutas pero, afortunadamente y a pesar de ciertas opiniones aquí, en España, no estamos en el punto de mira ni en ninguna lista de vigilancia.
Aunque si os dais un paseo por internet podéis encontrar alguna web o foro totalmente en contra de nuestra práctica. Se nos acusa de sectarios porque según creen nos dedicamos a separar matrimonios y destruir familias.
No puedo negar que conozco personas que, tras iniciar un proceso terapéutico, han ido tomando ciertas decisiones que han provocado un giro drástico de sus vidas. Aunque fuese aparentemente imprevisible este cambio, suele ser causado por un deseo subyacente y no aflorado públicamente, en absoluto fruto de ideas imbuidas por el terapeuta.
¿Qué deseo puede empujarme a mí o a cualquier otro terapeuta para desear la separación de un cliente?
Naturalmente que no todos los terapeutas serán magnificas y maravillosas personas, como seres humanos tenemos defectos y deficiencias, pero juzgarnos a todos por los errores de unos pocos o acusarnos de sus conflictos porque es más fácil proyectar que sostener, no creo que sea la solución.
Parece ser que el “vive y deja vivir” sólo es aplicable a situaciones y personas con las que estamos totalmente de acuerdo, ya que en esta sociedad consumista que favorece la individualidad, la tecnología y la competitividad, todo aquello que difiera y se incline hacia un modo de vivir alternativo, es considerado dañino.
Ciertamente, buscar el bienestar tanto individual como colectivo; intentar una relación más armoniosa con el planeta, considerándonos individuos no superiores al resto de los seres vivos; preocuparnos por la naturaleza con todo lo que ello comporta, seguramente nos hace peligrosos. Porque si aumentamos en número haremos peligrar el statu quo actual.
No me considero budista, cristiana, zen… europea, española, catalana… caucásica, latina, mediterránea… Intento ser una humana respetuosa.
No comparto ciertas creencias y, aun así, porque no utilice minerales o calderos en mi quehacer tacharé de sectarios ciertos comportamientos; del mismo modo que espero que, por no compartir, por no entender o por no informarse de lo que hago y lo que me lleva a hacerlo, alguien se permita clasificarme de ese mismo modo.
Sed felices.