Terapias gestalt » sexualidad http://terapiasgestalt.es Terapia Gestalt barcelona Fri, 12 Jul 2013 17:56:06 +0000 en-US hourly 1 http://wordpress.org/?v=3.5.1 Un mundo hermafrodita. http://terapiasgestalt.es/un-mundo-hermafrodita/ http://terapiasgestalt.es/un-mundo-hermafrodita/#comments Sun, 10 Mar 2013 10:43:13 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=1201

 

 mano izquierdaLa mano izquierda de la oscuridad de Ursula K. Le Guin

 

He aquí una nueva entrega de mi faceta como crítica literaria. Los que me habéis leído en otras ocasiones ya sabéis que en ningún momento me muestro como erudita intelectual, simplemente, la literatura me lleva mucho más allá de saborear un texto bien escrito. Está vez, me he topado con una idea desestabilizante, pues enfrentarme a ella supone una ruptura total con el esquema de sociedad en el que vivimos y una visión humana totalmente desconocida.

¿Qué pasaría si fuésemos hermafroditas?, ¿cómo nos afectaría no sólo individualmente sino también socialmente?

Los seres humanos vivimos en una sociedad totalmente estructurada en base al género. Me explico: la diferencia sexual, condición imprescindible para la continuidad de la especie (al menos hasta que llegue el día, como en el libro “Un Mundo Feliz“, de A. Huxley, en que seamos todos hijos de laboratorio o nos volvamos hermafroditas, como en La mano izquierda de la oscuridad de Ursula K. Le Guin) ha marcado desde tiempos inmemoriales nuestro funcionamiento. De sociedades matriarcales, gobernadas por las ancianas, matriarcas o hechiceras, a la cultura patriarcal en la que el hombre es la cabeza visible y casi omnipotente, y pasando por el momento occidental actual que para algunos representaría el de mayor equilibrio, la relación entre hombres y mujeres con sus roles preestablecidos nos ha abocado a comportamientos y situaciones más o menos desfavorables para algunos más que otros en determinadas épocas.

No quiero hacerme abanderada de ningún movimiento feminista, ya que particularmente considero que ambos sexos hemos salido perdiendo en algún momento en esta lucha, aunque algunas un poco más en algunos periodos.

En el fondo, lo que me planteo es cómo cambiaría nuestra forma de relacionarnos como pareja o de educar a los niños el hecho de que cualquiera de nosotros pudiese parir, y más allá, el hecho de que fuésemos y sintiésemos como una mezcla de ambos sexos.

No entraré en los conflictos sobre la custodia y manutención de los hijos durante las separaciones y divorcios, tema más que manido. Me interesa hoy hacer hincapié en ese aspecto de las relaciones personales que nos trae a todos tan de cabeza: los roles.

Podríamos distinguir dos tipos básicos de interacciones humanas: por un lado tenemos las relaciones complementarias y, por el otro, las simétricas.

Entiendo por complementarias aquellas en las que uno de los miembros se sitúa en una posición jerárquicamente superior, también denominada primaria, mientras que el otro, por tanto, se sitúa en posición inferior o secundaria. Un ejemplo claro sería la relación padre/hijo o jefe/empleado.

Las simétricas, entonces, serían aquellas en que ambos individuos están en una misma situación jerárquica, es decir, serían las relaciones basadas en la igualdad: pareja, amigos o hermanos, entre otras.

En la práctica, en las relaciones entre iguales se establecen ambos tipos de interacción. Es decir, en una pareja hay momentos en que uno de los miembros se sitúa en una posición superior, sería el que toma decisiones o el que pasa a la acción, siendo el otro individuo el que se adapta o acopla. En otros, esta función es realizada por el otro; cambiándose los roles en función de las situaciones y las capacidades de cada uno.

Nuestros roles de comportamiento son fruto del carácter (“son las características adquiridas durante nuestro crecimiento, y supone un cierto grado de conformidad con las norma sociales”), del temperamento (“legado biológico”) y de la personalidad (“es el conjunto de temperamento y carácter y consiste en un conjunto de características psicológicas que se expresan en todos nuestros actos”); por lo tanto, ¿esa ausencia de entendimiento que parece a veces gobernar la relación entre ambos sexos, teóricamente debería desaparecer con el hermafrodismo?

¿El hecho de ser hombre o mujer influye en la creencia de sentirse superior o inferior? ¿Las peleas originadas por la competencia o rivalidad se desvanecerían? El egoísmo, el individualismo, el afán de poder, el racismo… ¿se habrían esfumado?

Creo que el hermafroditismo cambiaría completamente nuestra cultura y nuestro modo de vivir. Puede ser que en algunos aspectos se enriqueciera la sociedad resultante aunque las interacciones entre los seres humanos seguirían siendo igual de complejas, diferentes pero igualmente complicadas.

Aun así, sería alucinantemente provechoso poder vivir un tiempo en la piel de otro, quizás el concepto de empatía se entendería en toda su envergadura. Quizás la sociedad como tal sería más igualitaria, más benefactora, más sana. Quizás…

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

 

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¿Las mujeres confundimos sexo con amor? http://terapiasgestalt.es/las-mujeres-confundimos-sexo-con-amor/ http://terapiasgestalt.es/las-mujeres-confundimos-sexo-con-amor/#comments Mon, 03 Sep 2012 08:20:18 +0000 Terapias Gestalt http://terapiasgestalt.es/?p=954


Aunque parece que cada vez se están equiparando más  las actitudes de ambos sexos sobre el tema, aún existe una cierta tendencia a confundir los conceptos ante determinadas circunstancias.

Sexo o amorUna relación sexual esporádica es comúnmente aceptada como un encuentro pasajero que satisface a ambos participantes. Cuando estos encuentros se repiten entre estos mismos individuos, es probable que se creen confusiones o interpretaciones diferentes según el sexo de cada uno de ellos. Cuando no están de acuerdo en el motivo que les empuja a repetir, normalmente es la chica la que suele pensar que “hay algo más”, que no sólo es placer sexual lo que les une.

¿Hasta qué punto esto es una leyenda urbana? Naturalmente, no seré yo quien dé claves científicas totalmente irrefutables para corroborar o rebatir la hipótesis pero, como curiosa “investigadora amateur” del tema, pretendo colaborar aquí con algunas ideas  para favorecer la reflexión sobre ello.

En otro artículo, hablé sobre las hormonas que intervienen tanto en el enamoramiento como en el amor propiamente dicho (ver “De la pasión a la ternura”), retomaré aquí el tema hablando principalmente de una de ellas, ya que podría ser una de las causas (o así lo entiendo yo) de esta confusión (si es que existe): la oxitocina.

Recordemos: el enamoramiento es una pasión desenfrenada que, con el tiempo, quizás dará paso a una relación más tranquila y duradera a la que llamamos amor. Aunque muchas veces no es así y dos personas que han vivido un “tórrido” romance no llegan a establecer un vínculo afectivo duradero.

A veces, lo que se cree enamoramiento no es más que un destello de pasión sexual, el cual estaría regido principalmente por la dopamina, que sería la hormona que implica el placer y el deseo, mientras que la oxitocina sería la que establece el vínculo, con lo que experimentamos ese deseo y placer hacia una única persona. Desde mi “visión mundana” la dopamina sería promiscua mientras que la oxitocina sería monógama.

Por esta razón, una vez el cuerpo va calmándose, nos damos cuenta de lo que nos sucede realmente y volvemos a experimentar un mayor grado de lucidez, apreciando que, quizás, lo que llamábamos amor, no era realmente tal y, por tanto, la que consideramos pareja simplemente fue amante.

¿Pero qué sucede cuando los dos miembros de la pareja tienen visiones diferentes sobre el tema? Y lo que es más común: ¿por qué somos las mujeres las que creemos que era amor y no sólo sexo?

Mi teoría al respecto es que la segregación de oxitocina es mayor en la mujer que en el hombre y ahí radicaría el gran problema. Es una opinión totalmente personal basada en lo siguiente: si sabemos que el contacto físico en general estimula la secreción de oxitocina, hemos de aceptar que, en general, somos las mujeres quienes más contacto establecemos, tanto con nuestros familiares y amigos como con conocidos en general. Las profesiones más socializadoras suelen estar desempeñadas, sobre todo, por mujeres: maestras, cuidadoras o enfermeras entre otras.

La producción de oxitocina no sólo se estimula con el contacto humano, si no también con las caricias de nuestras mascotas. Alimentos como el chocolate y ciertos dulces también la propiciarían. También sabemos que la producción de oxitocina aumenta considerablemente con el embarazo y el parto; es gracias a ella que se establece el vínculo entre madre e hijo. Y, naturalmente, se genera en ambos sexos, tras el orgasmo en las relaciones sexuales. Como inhibidores nos encontraríamos el poco contacto físico y el estrés.

Si tenemos en cuenta estos ítems, de entrada, parece ser que las mujeres segregamos en general un poco más, ya que aunque estemos tanto o más estresadas que el hombre, en general lo compensamos con mayor contacto físico.

También es cierto que el mayor índice de “adictos al amor”, es decir, personas dependientes emocionalmente, lo representan las mujeres. (Es un trastorno que se relaciona con las emociones y la capacidad o calidad para establecer vínculos significativos con otras personas. El sujeto es controlado por su necesidad de la otra persona, y el intenso miedo a la pérdida y a la soledad contaminan el vínculo establecido en la pareja).

Por otro lado, si damos como válida la creencia de que el hombre es promiscuo por naturaleza, debido a la necesidad ancestral de repartir abundantemente su  “semilla” para asegurar la perpetuación de la especie, y de la monogamia de la mujer, como origen para favorecer la crianza, tendríamos otros aspectos más a favor.

Sea cierto o no este último apartado, la presión sociocultural sobre la decencia y la monogamia que aún seguimos arrastrando, por muy liberales que nos hayamos vuelto las mujeres en las últimas décadas, hacen que todo hombre que se interese por nosotras de un modo mínimamente constante y dispare nuestras hormonas haciéndonos sentir la llama de la pasión pueda convertirse, sin mucha racionalización a nuestros ojos, en nuestra posible pareja, más que en un compañero sexual muy satisfactorio.

Naturalmente que estoy generalizando y por supuesto que es una simple conjetura. No hay indicios científicos que conozca que apoyen totalmente mi visión de los hechos, pero… podría ser, ¿no?

Si te sientes identificada/o con todo esto, es bueno que te tomes un tiempo para reflexionar, pues seguramente tienes o tendrás problemas en tus relaciones, tanto esporádicas como de pareja. Un proceso terapéutico enfocado a trabajar el tema te beneficiaría.

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

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