Conectarse
Uno de los conceptos que más me costó entender al principio de mi proceso de crecimiento personal fue el de “estar conectada”.
¿Qué significa eso de estar o no conectada?, ¿a qué se supone que debo engancharme? y ¿con qué debo hacerlo?
No podía dejar de visualizarme como la tostadora de mi cocina, que sólo es funcional cuando el cable que sale de su parte posterior se adhiere al enchufe eléctrico de la pared. Me costaba tomar en serio el concepto que escondía, me podía “la forma” de las palabras y la imagen que tenía de las mismas.
Me resultaba difícil discernir a que se referían, no concebía cómo se podía estar desconectado de uno mismo. Tenía la impresión de que Sí sentía todas mis emociones y sentimientos, sin embargo, me repetían en los talleres que estaba “desconectada” de mi cuerpo.
¿Cómo puedo estar desconectada de mi propio cuerpo? ¡si me desconecto me muero!
Sin embargo, ahora sé que puedo seguir viva y no darme cuenta de nada de lo que realmente me sucede, simplemente funcionar sin estar presente. A eso se referían cuando me hablaban de conexión.
El contacto real con uno mismo, esta llamada conexión es un completo equilibrio de nuestros tres centros: instintivo, emocional y mental; es decir, que la tríada funciona a pleno rendimiento y por igual.
Particularmente, para referirme a este hecho, me gusta más emplear “darme cuenta” o “ser consciente” en lugar de “estar conectado”.
Sigue resultándome, aún a día de hoy, un poco gracioso este “estar conectado” y, aunque comprendo lo profundo de su significado, me sigue repeliendo un poco el concepto.
Conecto la plancha, el televisor y la nevera, pero yo no me conecto a nada ni a nadie, yo entro en contacto con.
“Tú y yo estamos conectados, lo percibo”
Cuando estoy trabajando con alguien, o cuando siento la sincronía con algún amigo y por su boca sale una frase parecida a la anterior, aún me sonrío. Yo me siento “en contacto”, “unida”, “relacionada” o “vinculada”, que es lo mismo a lo que él se refiere, pero, si no vigilo, mi cabeza me dice que estar conectada me despersonaliza y ahí “me pierdo”: mi mente, entonces, se coloca en lugar preferente con relación a los otros dos centros y “me desconecto”, “dejo de estar en contacto”, “me desuno”, “dejo de estar relacionada” y “me desvinculo”.
Cuando los tres centros de nuestro cuerpo están equilibrados, cuando funcionan de manera armónica, la sensación de unión y de coherencia es evidente, no necesariamente es una sensación placentera, aunque tampoco es insufrible. Sentiremos dolor o placer según corresponda, con la entereza suficiente para seguir avanzando y apreciando realmente todo cuanto nos sucede.
Cuando la mente te juegue malas pasadas y te bloquee con imágenes y conceptos preestablecidos o rígidamente inamovibles, no luches con ella. Acepta que te está retando, intentando ganar la batalla y entorpeciéndote el camino. No le des pie, respira y presta atención a tu cuerpo. Observa tus sensaciones y sentimientos. Deja que las palabras se acomoden a eso que sientes o crees que intentan explicarte. Acepta que la palabra en sí es algo totalmente arbitrario que simplemente busca allanar el camino para la comprensión y comunicación, no importa si tú emplearías ese u otro vocablo, acepta la idea, déjate abrazar por ella.
Conectarse, entrar en contacto, ser consciente, darse cuenta… no importa la palabra que empleen, sabes lo que significa. Si tu mente quiere desconectarte, evitarte estar en contacto, hacerte inconsciente, evitarte el que te des cuenta… sólo lo conseguirá si tú la dejas y das validez a su opinión.
Las palabras son sólo vehículos, que no te condicionen.
¡¡Conéctate !!