El ladrillo de oro
Un viejo sabio iba por el bosque con uno de sus jóvenes monjes. Anochecía y empezaba a oscurecer. El viejo sabio le dijo al joven monje:
- Hijo, ¿crees que hay algún peligro en este camino?. El camino atraviesa un bosque tupido y está anocheciendo. ¿Hay algo que temer?.
El joven monje estaba muy sorprendido porque un sannyasin (1) no debería tener miedo. Tanto si era una noche oscura o clara, tanto si era en el bosque o en la calle, era una sorpresa que un sannyasin tuviese miedo. Y este anciano nunca había tenido miedo. ¿Qué le ocurría hoy?. ¿Por qué tenía miedo?. Algo estaba pasando.
Siguieron un poco más y la noche se hizo más oscura. El anciano volvió a preguntar:
- ¿Hay algún problema?. ¿Llegaremos pronto al próximo pueblo?. ¿A qué distancia está?.
Después se pararon junto a un pozo para lavarse las manos y la cara. El anciano le dio el saco que llevaba al hombro y le dijo:
- Cuídamelo.
El joven pensó:
- Debe haber algo dentro de este saco; si no, no es posible que tenga miedo y que me diga que tenga cuidado.
Para un sannyasin no era habitual tener que cuidar algo; si no, no tendría sentido hacerse sannyasin, porque es el amo de la casa quien tiene cosas que cuidar. ¿Qué es lo que tiene que cuidar un sannyasin?.
El anciano empezó a lavarse la cara; entonces el joven metió la mano y encontró un ladrillo de oro. Ahora entendía el motivo de su miedo. Lanzó el ladrillo lejos en el bosque y metió una piedra del mismo peso dentro del saco. El anciano volvió deprisa después de lavarse la cara y rápidamente cogió la bolsa, la tocó, la sopesó, se la colocó al hombro y empezó a caminar de nuevo.
Después de andar un rato dijo:
- Está oscureciendo mucho, ¿nos hemos equivocado de camino? ¿Hay algún peligro?.
El hombre joven dijo:
- No tengas miedo. He tirado el miedo.
El viejo sabio se sobresaltó. Miró inmediatamente dentro de la bolsa y vio que en lugar del oro había una piedra. Se quedó aturdido un momento, pero después se empezó a reír y dijo:
- He sido un idiota. Estaba cargando con una piedra; sin embargo, tenía miedo porque creía que se trataba de un ladrillo de oro.
La tiró y le dijo al joven monje:
- Esta noche dormiremos aquí porque es difícil no perderse en la oscuridad.
Esa noche durmieron tranquilamente en el bosque.
(1)Renunciante en el idioma sánscrito.
Tus pensamientos son piedras, y sin embargo te aferras a ellos como si de ladrillos de oro se tratasen.
Piensa en ello, si quieres….