Un día, un pescador al recoger su red encontró en ella una ánfora. Al abrirla salió de ella un genio.
El genio recién liberado le dijo al pescador:
- Pide tres deseos y te los concederé.
- Me gustaría –dijo el pescador- que me hicieses lo bastante inteligente como para hacer una elección perfecta de los otros dos deseos.
- Hecho –dijo el genio- ahora dime, ¿cuáles son los otros dos?
- Gracias, no tengo más deseos.
Pedimos, pedimos, pedimos… cuándo quizás no nos hace falta.
Piensa en ello, si quieres…