El término «armonía» deriva del griego ἁρμονία (harmonía), que significa “acuerdo, concordancia” y éste del verbo ἁρμόζω (harmozo): “ajustarse, conectarse”.
En el diccionario nos encontramos, entre otras, con estas acepciones:
1-.Conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con otras: armonía de colores.
2-.Amistad y buena correspondencia de unas cosas con otras: vivir en armonía.
Cuando nos referimos a ella en un contexto relacional (familia, pareja, trabajo,…) la utilizamos comúnmente como sinónimo de paz.
Y cuando lo hacemos en referencia a nosotros como individuos, hablamos del equilibrio entre cuerpo y espíritu.
Pero solemos olvidar que no es necesaria la perfección para la existencia de la armonía en el mundo, sino la compensación.
Estar en armonía con uno mismo significa encontrar nuestro centro, ese lugar desde el cual podemos hacer frente a las diversas situaciones. Y para ello, es conveniente aprender a diversificar para ver la totalidad.
De la misma manera que nos relacionamos en diferentes ámbitos (familia, trabajo, amigos), en nosotros mismos también hay diversas facetas (aspecto físico, éxito profesional, status social…) y en cada aspecto obtenemos diferentes grados de satisfacción. A veces, cuando algo se desajusta, solemos generalizar y sentimos que “todo va mal”.
Desde la Terapia Gestalt, ayudamos a las personas a discernir el conflicto del todo. Las acompañamos en este trabajo de aceptación, intentamos guiarlas para que vislumbren que, incluso ante el conflicto más difícil, siempre hay aspectos favorables que nos ayudan a sostenernos y a seguir adelante.
Para apreciar el placer es necesario saber qué es el dolor, de lo contrario, no podríamos distinguirlos. Ambos, son parte de la vida y, uno no puede existir sin el otro.
Vivir armoniosamente es saber apreciar lo que nos rodea y no desvalorizar TODO sólo por UNO.