Coherencia o congruencia.

Releía el libro “Shimriti” de Jorge Bucay y encontré un apartado interesante donde hacía referencia a la diferencia existente entre estos dos vocablos, parecidos pero no idénticos.

Coherencia: Conexión, relación o unión de unas cosas con otras.

Actitud lógica y consecuente con una posición anterior. “Lo hago por coherencia con mis principios” (¡ejemplo interesante el de la RAE!)

Congruencia: Conveniencia, coherencia, relación lógica.

Conformidad entre los pronunciamientos del fallo y las pretensiones de las partes formuladas en el juicio.

En ambos casos, la segunda acepción es la que me resulta más significativa y acorde con los ejemplos que el mismo Bucay explicitaba.

Según él, opinión que comparto, la coherencia nos vuelve seres anclados a nuestro pasado, inamovibles y predecibles. En aras de este afán por ser coherentes con ese algo al que llamamos nosotros mismos, nos quedamos fijados en automáticos, en reacciones y respuestas preestablecidas en un tiempo atrás sin dar opción a cuestionamientos. Enarbolamos la bandera de la coherencia como si eso nos volviese mejores seres humanos, cuando en el fondo lo único que estamos haciendo es confundir una respuesta rígida con una respuesta conveniente.

Cuando hablamos de alguien coherente, se le suelen atribuir una serie de atributos determinados: serio, consecuente, fiable, confiable… Si buscamos en el diccionario de sinónimos encontramos los siguientes adjetivos: relacionado, afín, vinculado, análogo, ligado, trabado, conexo, adaptado, enlazado

Sin embargo, no solemos hablar comúnmente de alguien refiriéndonos a esa persona como “congruente”, cuando los sinónimos de dicha palabra son: conveniente, adecuado, proporcionado, conforme, oportuno, exacto, preciso…

Parece que nos gusta más encontraros o relacionarnos con personas ancladas, rígidas e inamovibles que no con personas versátiles cuyas respuestas se acomodan a las circunstancias y a las situaciones sean estas cuales sean.

Cierto es que, cuanto más previsible es una persona menos contratiempos o sobresaltos obtendremos, pero también es cierto que en determinadas circunstancias pueden ser lastres que nos hundan en las más profundas obscuridades a causa de su imposibilidad de adaptación y, por tanto, de conseguir con ellos o junto a ellos una solución más creativa y adaptada al contexto. La coherencia nos lleva a una respuesta única, entendiendo esta no como especial, sino como siempre la misma.

Por el contrario, una persona congruente es aquella que actúa en cada momento según la situación, la que es coherente con las circunstancias y el entorno en que suceden. No es alguien de quien se pueda esperar una única respuesta, sino más bien al contrario, es aquel que ofrecerá respuestas únicas en cada momento. No es alguien predecible, pero sí es alguien cuya creatividad le ayudará a mantenerse a flote, ya que sus respuestas son flotadores en lugar de anclas.

Para ser congruente se requiere valor y empuje; ser congruente te hace sentir energizado, te da vitalidad y optimismo porque cada día es una aventura que te depara maravillas. Para ser coherente tan solo es necesario seguir unas normas, las que sean, las que en su momento aceptases como tuyas; ser coherente te hace sentir apagado, desenergizado, porque cada día es igual a cualquier otro, no existe la novedad y, si aparece, te hace sentir agobiado, ya que no existen para ti las respuestas creativas y por eso cualquier cambio es una circunstancia insostenible.

Abandona la coherencia, ¡sé bienvenido a la congruencia!

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o por correo electrónico.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.