Cuando las personas van bien en la psicoterapia, así es como suelen expresarse, independientemente de la orientación de su terapeuta. Hacen una pausa y buscan tentativamente palabras o imágenes. Prestan atención a un aspecto poco claro, pero sentido corporalmente, de cómo se sienten ante una situación. No se limitan a pensar en la situación, y tampoco se ahogan en sus emociones. Prestan atención a lo que llamamos una “sensación sentida corporal de” una situación o un problema. Las palabras o imágenes surgen directamente de esa sensación. Lo que aparece a menudo es una sorpresa. Emerge un nuevo aspecto de la experiencia, un pequeño paso de cambio que genera una respuesta corporal, cómo por ejemplo un ligero alivio físico de la tensión, o lágrimas, o una respiración más profunda. […] Este tipo de proceso es un “motor de cambio” en psicoterapia. (Hendricks, 2001)
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