Su padre lleva al hijo al bosque, con los ojos vendados y le deja solo. El muchacho tiene la obligación de sentarse en un tronco toda la noche y no quitarse la venda hasta que los rayos del sol brillen a través de la mañana. No puede pedir auxilio a nadie. Una vez que sobrevive la noche, él ya es un hombre.
No puede hablar a los otros muchachos acerca de esta experiencia, debido a que cada chico debe entrar en la masculinidad por su cuenta.
El niño esta naturalmente aterrorizado. Puede oír toda clase de ruidos. Bestias salvajes que rondan a su alrededor. Quizás algún humano le puede hacer daño. Escucha al viento soplar, la hierba crujir, él sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda. Ya que es la única manera en que podrá llegar a ser un hombre.
Por último, después de una horrible noche, el sol aparece, al quitarse la venda, es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él. Su padre veló toda la noche, para proteger a su hijo del peligro.
Así mismo, nosotros nunca estamos solos. Aun cuando no lo sabemos, siempre hay alguien que está velando por nosotros, sentado en un tronco a nuestro lado. Y cuando vienen los problemas lo que tenemos que hacer es sólo confiar.
Piensa en ello, si quieres…