Retiro

Mauren Murdoc le llama en su libro “Ser mujer, un viaje heroico” bajar a los infiernos, algunos gestálticos estar en el vacío, para mí es una época de cueva, en definitiva, no es más que ese periodo en que sin estar deprimida (puede que mi estado de ánimo así lo parezca para los que me rodean) mi relación con el exterior se vuelve casi nula. La vida social queda reducida a la mínima expresión y estoy en estado latente, cual larva dentro del capullo.

En definitiva, de eso se trata, me siento como ese gusano que tras un espacio de su vida dedicado a comer y crecer, de algún modo necesita recogerse y encogerse para esperar pacientemente a que los cambios se sucedan dentro del propio organismo para dar fruto a ese nuevo ser en el que me acabaré convirtiendo.

Y aun a pesar de que se trata de una temporada necesaria para que todo lo vivido se aposente y eche raíces, también existe el peligro de que me esté autoconvenciendo y, en realidad, este retraimiento no sea más que miedo a volar, a mostrarme, a vivir.

Entonces, ¿cómo saber realmente en qué situación me encuentro? Esta es la pregunta del millón (los más jóvenes seguramente no tengáis ni idea de donde procede esta frase, a los curiosos os remito a buscar información sobre un concurso del siglo pasado que se llamaba Un millón para el mejor). Tener la seguridad sobre la verdadera naturaleza de un hecho a veces me resulta imposible y aún más si es a priori. Teniendo en cuenta de que parto ya de la premisa de que no existe una verdad y, por tanto, de una realidad, única y absoluta (ver “Verdad absoluta”), la situación se complica si quiero saber el resultado antes de haber terminado. Vamos, que no puedo hacer la tortilla sin romper los huevos o, dicho de otro modo, imposible saber qué hay en la caja si aún no la he abierto.

En ocasiones siento que he de dejar llevarme sin más, fluir y que suceda lo que sea. En otras me doy cuenta de que una pequeña duda me aguijona, ahí me paro y empiezo a observar en profundidad.

Me parece entonces conveniente desgranar la situación:

1) Por una parte tengo claro que no se trata de una depresión. Saber o no si uno está inmerso en este estado de ánimo no ofrece para quien lo padece duda alguna. Los síntomas son inequívocos, además de no tener ganas de contacto externo, el sentimiento de desasosiego, abatimiento, sufrimiento… resulta abrumador.

2) Descartado este primer aspecto puedo poner mi atención en el siguiente: ¿se trata de un bloqueo o de una decisión libre?

Aquí es donde se aposenta la duda, esa que puedo espantar de un manotazo y no atender o a la que puedo observar con ojos curiosos y ávidos de conocimiento. Si la espanto y fuese capaz de reaccionar al hecho, me daría cuenta de que estoy completamente bloqueada y mi percepción tan alterada que soy incapaz de detectar las señales que me podrían ayudar a reconocer lo que me pasa. Si es así, seguramente no pediré ayuda, me sumergiré en mi ceguera y hasta que el agua me cubra completamente puede que no reaccione. Por experiencia, tanto propia como profesional, siempre existe un momento en que la duda aparece, se trata de aprovechar esos momentos y reaccionar. Es difícil hacer ciertos trabajos solo, así que pedir ayuda es una muy buena opción.

¿Y cuáles son las señales que pueden indicarnos que la situación es menos bonita de lo que parece?

Para cada uno de nosotros son diferentes, influye el carácter, los patrones de comportamiento, los mecanismos de defensa… En definitiva, depende de nuestra neurosis.

Si se trata de una decisión libre, y aun a pesar de que nunca existe una placidez y felicidad total, la sensación de que todo funciona como debe ser nos acompaña, sentimos que nos apetece estar donde estamos y que no existe un desasosiego que nos produzca resquemor.

Puede que andemos en la cuerda floja y la sensación de malestar sea tan leve que nos confunde, pero cada uno de nosotros puede empezar a detectar las señales que le ayuden a “calarse”. Todos tenemos nuestra manera de evadir lo desagradable: algunos comen más de la cuenta, otros se pierden en el deporte o en los programas televisivos, otros beben, otros leen compulsivamente… Existen maneras de detectar si mi encierro se inclina más hacia un lado o hacia el otro de la balanza emocional, simplemente se trata de estar atento. Y ante la duda, busco ayuda.

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o por correo electrónico.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.