Cuando hablamos de nutrición nos referimos a proporcionar a nuestro organismo los nutrientes adecuados para que funcione correctamente. Y asociamos esto a alimentos físicos: carnes, verduras, frutas…. sin darnos cuenta de que existen otros nutrientes tan necesarios como estos, los emocionales.
Hay estudios que hablan sobre las deficiencias tanto físicas como psíquicas de los niños criados en orfanatos; niños que han recibido alimentos, pero no así cuidados emocionales y las carencias que eso les ocasiona.
Estamos acostumbrados a oír hablar de dietas, de la imagen… estamos pendientes de la parte externa de nosotros y desatendemos nuestra parte interna: sentimientos, emociones.
Estamos demasiado acostumbrados a separar cuerpo y mente, olvidando que ambos forman nuestro organismo y que para mantenerlo en excelentes condiciones, es necesario nutrirnos en todos los aspectos.
Hay personas que llevan una vida sana: dieta equilibrada, deporte,… y sin embargo se sienten débiles e incluso enfermos. Una mala nutrición “emocional”, crea desequilibrios físicos que no pueden subsanarse sólo con la alimentación.
Para recuperar la salud, es importante atender al organismo en todas sus variantes: física, emocional e intelectual. Una buena terapia ha de hacerse cargo de estas cuestiones.
Desde la Gestalt intentamos hacer hincapié en la necesidad de recuperar la concepción holística del organismo.