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Alimentación

 

Aunque me dedique a la psicoterapia, no olvido que la salud del organismo proviene del equilibrio del mismo y este no es posible si alguna de nuestras facetas anda descompensada. Me decidí por la Gestalt por sentir que su visión holística coincidía totalmente con las vivencias que tenía.

verdurasCuando contacté con la psicoterapia Gestalt, no era la primera vez que asistía a terapia. En la década de los 80, había estado un tiempo con una psicóloga de tendencia psicoanalítica y, quizás por el momento concreto, quizás porque el completo silencio de la terapeuta nunca se interrumpía (en Gestalt también usamos el silencio como herramienta terapéutica, pero aquella profesional NUNCA y digo NUNCA, textualmente, hablaba), no me hizo sentir en ningún momento ayudada ni acompañada.

Tampoco durante la depresión que sufrí años más tarde se preocuparon realmente por cómo estaba, sólo diagnóstico y medicación. Sin embargo, poner atención a la comida, en concreto con la Nutrición Ortomolecular, e iniciar un proceso de crecimiento personal, lo cambiaron todo. Ya expliqué en el artículo “El método CLEAN”, cómo fue la alimentación, concretamente quién me influyó a tomar esta ruta de viaje, primero personal y posteriormente profesional.

Estoy completamente de acuerdo con esta frase extraída del libro: “la salud y la enfermedad empiezan en los intestinos”. No tengo intención de hacer una disertación académica, sólo pretendo hacer hincapié en alguna noción, desde mi punto de vista básica, por ejemplo, recordar que en los intestinos existen millones de células nerviosas, tantas como en el cerebro o incluso más. Esto indica que tienen la capacidad de procesar cualquier información sobre lo que pasa y dar una respuesta a esa situación.

Estas frases coloquiales:verduras 2

“Me lo dicen las tripas”: sensación que indica que algo va bien o mal

“Hacer de tripas corazón”: sobreponerse a la adversidad

“Tener malas tripas”: ser cruel o sanguinario

“Devanar las tripas”: causar grave disgusto o adversidad

Y muchísimas otras parecen señalar la importancia de nuestros intestinos en nuestro modo de ser y actuar. Supongo que alguien opinará que son simplemente metáforas, pero, aun así, dicho recurso literario parte de premisas ciertas. Cuando se dice que vale más “un gesto que mil palabras” o que “las palabras se las lleva el viento” todos entendemos el significado fugaz de un vocablo, que suele tener validez si se acompaña de una acción coherente con el mismo, pero que carece de valor si son meramente cosas que decimos sin más.

El instinto visceral, ese al que hace referencia “me lo dicen las tripas” es la representación evidente, al menos para mí, de que mis intestinos son un segundo cerebro.

Frases tan graficas como “irse por la pata abajo”, o la más escatológica “cagarse de miedo”, no hacen más que confirmarme cómo también se relacionan indiscutiblemente con mis emociones.

Si no cuido mi alimentación, si introduzco en mi organismo alimentos que me dañan por mi tipo de constitución determinada o porque son comestibles excesivamente manufacturados o más bien son sustancias químicas, que no alimentos, estoy provocándome a medio o largo plazo algún tipo de desequilibrio que afectará no sólo a mi desarrollo físico, sino también a mi funcionamiento cognitivo y emocional.

frutas silvestresEl estrés como tóxico emocional, junto con los alimentos y todos los productos químicos que respiramos o que introducimos a través de nuestra piel (por ejemplo, los cosméticos) hacen que enfermemos y en ocasiones no sabemos “quién es: el huevo o la gallina”. Quizás el estrés es fruto de lo mal que me alimento y a veces me alimento mal porque siento estrés, sea cual sea el origen, la meta hacia donde me dirijo es la misma: cuidarme íntegramente.

Si tienes alguna duda o quieres tratar algún tema en concreto no dudes en contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

Estrés

“Estoy estresado”

 

Esta es una de las frases más utilizadas en nuestro día a día.

El estrés es una respuesta automática del organismo a cualquier cambio ambiental, externo o interno, mediante la cual se prepara para hacer frente a las posibles demandas que se generan como consecuencia de la nueva situación, (Labrador, 1992).

Estamos acostumbrados a utilizar el término en sentido peyorativo, siendo el estrés un recurso sano. Se convierte en perjudicial cuando el organismo deja de discriminar si es realmente necesaria esta preparación y mantiene la situación de alerta de manera constante.

El estrés no afecta a todo el mundo de igual manera, ni las mismas situaciones son estresantes para todos. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que nos haga sentir frustrados, enfadados o ansiosos, de manera constante.

Es imposible que en nuestra vida todo sea peligroso, molesto o decepcionante, por tanto, vivimos “enganchados” a situaciones puntuales o imaginarias. Se trataría pues de aprender a desapegarnos, a distanciarnos de lo que no está presente y a centrarnos en lo que sí lo está.

Los aspectos más estresantes suelen ser el trabajo, la familia y el descanso.

Hay muchísima gente que se estresa cuando no hace nada, su organismo no está acostumbrado a parar y eso le genera una sensación de angustia que le produce un estrés insoportable. El aburrimiento es también una parte de la vida necesaria de cultivar: si no existiera, no sabríamos cuándo nos estamos divirtiendo, por tanto también debemos aceptarlo como positivo.

¿Qué podemos hacer para “desestresarnos”?

1) En primer lugar permanece en el momento presente, procura hacer en cada momento y de manera totalmente atenta lo que corresponde: si estás trabajando, trabaja; si juegas con tus hijos, juega… Esto se consigue con intención, con voluntad y con ganas. Acepta, por lo tanto, que la vida no se reduce a un solo ámbito (el estresante).

2) Establece prioridades y no quieras hacerlo todo a la vez. No seas tan exigente queriendo llegar a todo. Poco a poco se consigue más que todo de golpe, ya que “quien mucho abarca, poco aprieta”.

3) Ayúdate desde el cuerpo. La actividad física consigue relajar las tensiones musculares, todo lo que nos ayude físicamente a destensarnos, nos ayudara internamente a relajarnos. Aprende a respirar. Es fundamental respirar profundamente y no de manera superficial, como solemos hacerlo la mayoría. Un paseo, una clase de gimnasia, deporte, un buen baño, masajes… Aprende alguna técnica de relajación: yoga, tai chi…

4) Cualquier actividad lúdica que te alegre. Tómate cada día un espacio, por pequeño que sea para ti mism@, para hacer cosas que te gusten.

5) Vigila la dieta. “Somos lo que comemos”. Está demostrado que no a todas las personas les sientan bien todos los alimentos. Además de intentar llevar una vida sana con alimentos lo más biológicos y menos químicos posibles, hay alimentos que puede que te produzcan algún tipo de problema: lácteos, azúcares, alcohol…. Averigua, escucha tu cuerpo y elimina o reduce aquellos que no te hacen sentir del todo bien.

6) Descansa por la noche el tiempo suficiente. Al igual que la alimentación, el descanso es necesario y fundamental para que nuestro organismo funcione correctamente.

7) Sé respetuoso contigo mismo, aprende a decir no o sí cuando verdaderamente quieras. No hagas las cosas por obligación sino por elección. Sé coherente, sé sincero.

9) Evita las peleas innecesarias. Puedes aprender a poner límites sin enfrentamientos. (Confrontación asertiva, hablaré de ello en otro momento)

10) Cambia tu punto de vista. Intenta buscar otra manera de ver la situación estresante, quizás te sorprendas al descubrir que desde esta otra visión, la situación tiene ventajas y beneficios que antes no sabías encontrar.

11) Busca consejo siempre que lo necesites o simplemente habla con alguien de lo que te sucede: desahógate, comparte.

La terapia puede ayudarte cuando sientas que tú solo aún no puedes solucionarlo;  puede ayudarte a empezar el camino; puede servirte de apoyo, de muleta hasta que por ti mismo te sostengas.

 

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.