Apasiónate

 

 

Por casualidad cayó en mis manos este vídeo de Jorge Bucay, cuyo contenido me pareció realmente una perla que compartir.

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Vivimos una vida muy polarizada, tan sesgada, desgajada, escindida y aparentemente tan contrapuesta que nos trae confundidos, haciéndonos sentir perdidos, desangelados y faltos de energía.

¡Qué exagerada! – Podéis pensar algunos.

¡Qué pesimista! – Quizás dirán otros.

Puede.

Es mi percepción, mi interpretación, mi sensación; pero, aun así, hay parte de razón en lo que digo.

Formamos parte de una sociedad competitiva donde nos pasamos corriendo desde que madrugamos hasta que decidimos pernoctar bien entrada la noche.

Trotando para conseguir llegar a todos lados y cubrir todos los huecos. Viviendo una vida acelerada donde el despertador, la alarma del móvil o cualquier otro aparato nos gobierna. Intentando que nuestra presencia cubra los vacíos que creemos estamos predestinados a ocupar: el trabajo, la familia, los viajes, hobbies, fiestas y encuentros sociales…

Nos dejamos arrastrar por la corriente, sentimos como la marea nos impele hacia determinados derroteros, la mayoría de las veces sin siquiera cuestionarnos SI ese lugar hacia donde voy es al que realmente me apetece ir o SI esta fuerza que me impulsa es realmente algo que me pertenece, que fluye de mi interior o por el contrario es simplemente un anclaje externo que me sujeta, remolcándome, como a tantos otros.

Nos dejamos llevar por la costumbre, por la convención social, por la herencia familiar, por aspectos o factores significativos e importantes, pero quizás no prioritarios para nosotros como individuos únicos.

Puede que sea el pasar de los años lo que a algunos les haga darse cuenta de lo insatisfactorio de su vida, de todo ese esfuerzo invertido en cosas que no le llenan. Puede que no haga falta que sea el paso del tiempo quien nos reafirme esta sensación, hay jóvenes que se sienten anodinos, desenraizados por falta de motivación, ilusión, alegría, se ven inmersos en un océano ajeno que les cubre y les ahoga.

¿Dónde quedaron las fantasías infantiles de un futuro maravilloso, cargado de posibilidades?, ¿dónde dejamos las ilusiones y esperanzas por convertirnos en astronauta, músico, pintor o saltimbanqui?, ¿dónde quedaron aparcadas las ganas de experimentar y de ser uno mismo?

Parece que adaptarnos a esta sociedad, a vivir de determinada manera, nos obliga a hacer ciertas concesiones y conlleva ciertos sacrificios; quizás no a todos, pero sí a bastantes.

Muchos de nuestros malestares podrían desaparecer si nos reencontrásemos con ese algo que dejamos aparcado u aplazado en espera de encontrar un mejor empleo, de una posición más acomodada. Con ese amor al que hemos renunciado por miedo a sentirnos heridos nuevamente. Con ese deseo, ese objetivo, ese don que poseemos y no nos atrevemos a dejar que florezca.

La manera de sentirse vivo a veces estriba en encontrar algo que te apasione: una persona, una actividad… Cualquier cosa que te despierte del letargo de la monotonía. Tener objetivos y proyectos en la vida hace que uno se sienta vital.

No es necesario que todos se cumplan, ni siquiera que salgan bien, simplemente se trata de levantarse una y otra vez, encontrando algo que de nuevo vuelva a presentar la vida ante mis ojos como algo hermoso y lleno de posibilidades.

Búscate un amante, tal como dice Bucay. Ese algo o alguien que te llene de pasión y de energía.  Ese algo que te haga levantar por las mañanas con ganas de seguir adelante.

Cuando inculcamos a nuestros hijos que estudien una carrera por el simple hecho de “que quizás eso les asegurará un futuro económicamente mejor” o “una buena posición social”, les estamos impidiendo ser quienes quieran ser. Es como arrancarle las alas a la mariposa, como extraer los pies al ciempiés, como sacar un pez fuera del agua; no sólo les estamos impidiendo elegir, sino aprender y disfrutar al hacerlo.

Ir en busca de un objetivo nos impulsa hacia adelante, la consecución del mismo nos aporta experiencia, nos provee de un aprendizaje extrapolable a cualquier otro proyecto futuro, se trata de una enseñanza valiosísima que incorporamos sin sacrificio, quizás con esfuerzo pero no exento de placer.

Seguir abierto al amor, no negarse el disfrute del enamoramiento, de la convivencia en pareja, sólo porque no sea eterno, es negarse el mayor regalo. Dar amor y sentirse amado es la experiencia básica, fundamental para cualquier ser humano. Huir de ella por miedo al dolor de la pérdida es como desistir de seguir viviendo. Subsistir es fácil e insatisfactorio, vivir es a veces difícil pero apasionante.

Rebusca hasta que encuentres tu proyecto y cámbialo tantas veces como te apetezca, pero eso sí, APASIÓNATE y DISFRUTA.

 Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o por correo electrónico.

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