Herencias

 

 

Las personas que me leéis de manera más o menos continuada ya os habréis dado cuenta de cómo en determinados periodos los temas sobre los queTres_cruces escribo giran a veces sobre un mismo eje. Como todo individuo, hay momentos puntuales de mi vida que me inclinan a prestar más atención a ciertos hechos en detrimento de otros. Es evidente que, tal como os contaba en mi anterior post, el fallecimiento de mi madre me haya sensibilizado sobre el tema de la muerte y todo lo que la envuelve, siendo en estos momentos uno de mis temas emergentes.

La aceptación de una herencia y las disputas que ello puede acarrear es un tema de reflexión, al cual mi mente da vueltas últimamente. Los conflictos en las herencias son en apariencia una disputa pecuniaria, aunque particularmente creo que más bien es un tema de emociones mal gestionadas.

Todos sabemos que, por bien avenidos que estén  los miembros de una familia, siempre existen pequeños roces. Cuando estos malentendidos son obviados por la mayor parte del núcleo familiar o son tan generalizados que la disgregación es patente, la muerte y el posterior reparto de la herencia hacen aflorar todo aquello que en su momento no ha podido expresarse o resarcirse. Los rencores y envidias afloran, tomando el control de la situación y arrastrando a los individuos a una especie de guerra por conseguir lo que se cree legítimo, tomando el dinero y las propiedades como “el objeto del deseo”, en lugar de ver que realmente lo que se está buscando es un reconocimiento, una aceptación y un ser visto por parte del fallecido o de alguno de los familiares con los que se entabla la disputa.

El lugar que tiene cada uno dentro de su familia no sólo viene dado por el orden en que nació (primero o segundo hermano), sino también por el rol que desarrolló (hijo estudioso, hija de papá, el rebelde, el salvador…). Estos roles crean a veces diferencias irreconciliables si el resto de la familia no es consciente de lo que sucede o, en bastantes casos, son parte implicada y favorecedora de esas discrepancias.

Hace un tiempo, trabajé con una mujer que había mantenido una disputa por la herencia de su padre durante más de 10 años. El hombre había muerto sin testar y ahí se desencadenó el gran conflicto familiar. La madre y un hermano se creían con derecho a reclamar la mayor parte del patrimonio, al tiempo que consideraban que, dada la relación más bien escasa de la mujer con sus padres, a ella le correspondía solamente la legítima, más que nada porque la ley no permitía desheredarla completamente.

Cuando empezamos a trabajar sobre el tema, prácticamente la situación estaba ya legalmente solucionada y, aun así, el malestar y las removidas emocionales que el tema le suponía, seguían en pleno auge.

En un momento dado del proceso, se dio cuenta de que, en el fondo, el dinero nunca le había importado excesivamente, lo que realmente le afectaba era cómo se sentía (desplazada y rechazada por su madre y su hermano), al tiempo que revivía el abandono que había sentido siempre por parte de sus dos progenitores, ya que su vivencia había sido la de segundona, mientras que su hermano se había llevado el reconocimiento y el amor.

Como es habitual en terapia, no se busca la realidad objetiva, no importa tanto si es o no cierto que los progenitores dieron prioridad excesiva a un hermano por encima del otro; lo real, lo importante, es la vivencia de la clienta y cómo ello condicionó su reacción ante un hecho determinado.

Hemos de concienciarnos de que no funcionamos por bloques estancos, cualquier situación o circunstancia en nuestras vidas despierta de manera más o menos sutil recuerdos y vivencias, según ellos reaccionamos si no somos conscientes. Es bueno preguntarse: ¿qué quiero realmente con lo que voy a hacer o estoy haciendo?, ¿cómo me siento?

Vivimos en una sociedad capitalista, quien más o quien menos tiene “ganas de hacer fortuna”, aunque mi experiencia me impulsa a creer que, si no existe un conflicto emocional de base, nadie se pelea con sus familiares íntimos por dinero.

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o por correo electrónico.

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