Pelando la cebolla

 

Nunca me canso de repetir que la tendencia neurótica de cada uno de nosotros nunca acaba de desaparecer, con el trabajo personal lo que conseguimos es rebajar su fuerza, gracias a lo cual podemos maniobrar de otro modo. En lugar de sentirnos arrastrados por el tsunami devastador que es una neurosis descontrolada, pasamos a vivir con un oleaje más o menos intenso según la temporada y eso nos permite poder mantenernos a flote durante más tiempo y “pescar” lo que antes nos parecía imposible.

En Gestalt se habla mucho de “pelar la cebolla”. Como imagen simbólica me parececebolla acertada, en primer lugar, por la construcción en sí de esta planta herbácea bienal, ya que su estructura de capas superpuestas presenta similitudes clarísimas con nuestro funcionamiento: envoltura sobre envoltura que cubre el núcleo de la misma, que no deja de ser una capa más interna y más pequeña, más esencial. Además, siendo este un enfoque mucho más personal e íntimo, porque el proceso de limpieza me hace llorar.

Como persona muy emocional, mi forma de ver el mundo ha sido muy intensa y extremista: llorar o reír mucho, depende de mi momento y de la situación.

Aun hoy, después de tantos años de trabajo, sigo poniendo “mi cebolla gestáltica” bajo el grifo para no llorar excesivamente cuando vuelvo a empezar un nuevo ciclo y me veo intentando limpiar una capa más.

Lo repito una y otra vez: la neurosis no desaparece. Soy lo que era más todo lo nuevo que voy añadiendo. Por tanto, si fui emocionalmente intensa, esa intensidad sigue viviendo en mí, aunque actualmente he aprendido a manejar mejor “mi barca y mis remos” impidiendo que el oleaje me haga volcar.

cebolla2Hoy, durante una sesión, compartía con mi clienta un mismo sentimiento: “otra vez lo mismo”. Su desesperación me recordaba la que fugazmente me atacó hace unos días cuando percibí, con nítida claridad, que volvían a surgir mis viejos hábitos.

Entonces, ¿qué has ganado? La respuesta a esta pregunta es como un arma de doble filo, según conteste seguiré avanzando o me quedaré encallada, siendo lo segundo un claro retroceso si no le pongo remedio.

Hacer muchos talleres de crecimiento personal y llevar muchos años haciendo terapia no son sinónimo de mejor desarrollo emocional. Incluso haber realizado la formación de terapeuta, ya sea de psicólogo tradicional o de psicoterapeuta alternativo, tampoco significa estar a salvo.

Lo único que nos mantiene a flote es seguir una y otra vez, arrancando suavemente las capas muertas de esta cebolla nuestra. La tendencia al dramatismo, a la negatividad, a la exigencia o a la flagelación existe en mí y resulta imposible erradicarla. Cada vez que nuevamente se inicia un ciclo, ella hace acto de presencia y me recuerda que si bajo la guardia me arrastrará sin remedio.

¿Qué he ganado pues? Clarividencia. Lo que antes era un quehacer cotidiano, incontrolable, incuestionable e irremediable, ahora se ha convertido en una alerta. Sé que si le pongo empeño soy capaz de evitar la tormenta, bien es cierto que no puedo conseguir que salga el sol si el día amaneció nublado y, aun así, he aprendido que no todas las nubes van cargadas de agua, nieve o hielo.

El encuentro con cada nueva capa es el inicio que dará paso a un enriquecimiento de bagaje si, en lugar de ver mis mecanismos como debilidades, los observo como llamadas de atención; ellos me alertan de mi tendencia y me avisan para evitar que la barca se hunda. Si los acepto como amigos, navegaré. Si me peleo, renegando de su existencia, seguramente perderé pie y me hundiré en las aguas oscuras.

La cebolla soy yo, pero yo soy mucho más que la cebolla

Si tienes alguna duda o quieres tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o por correo electrónico.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *