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¡Consíguete una vida!

Vivir sin apego.

Vivir tu vida significa cuidarte a ti mismo; tener la responsabilidad no sólo de vivir la vida, sino de conducirla.

El cuidado de uno mismo es una actitud de respeto mutuo. Significa aprender a vivir nuestras vidas responsablemente. Significa permitir a los demás que vivan su vida como ellos elijan siempre y cuando no interfieran con nuestras decisiones de vivir como hemos elegido hacerlo. Cuidar de nosotros mismos no es tan egoísta como muchas personas asumen que es, pero tampoco es tan “no egoísta” como muchos codependientes creen.

Vivir sin apegoTienes la responsabilidad de atender tu bienestar espiritual, emocional, físico y económico.

Eres responsable de tus necesidades y deseos. No mereces ni debes tolerar el abuso ni el maltrato constante. Tienes derechos, y es tu responsabilidad reclamar esos derechos. Las decisiones que tomes y la manera como te conduzcas reflejarán tu alta autoestima.

También tendrás en cuenta los derechos de los que te rodean, el derecho de vivir sus vidas como ellos quieran. No tienes por qué imponerte sobre el derecho de los demás a cuidar de ellos mismos, y ellos tampoco tienen el derecho de imponerse por encima de tus derechos.

Cuidar de nosotros mismos es un arte, y este arte implica una idea fundamental que es extraña para muchos: darnos lo que necesitamos.

 

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

Codependencia- artículo de Krishnananda

 

Krishnananda, utiliza  el término codependencia como sinónimo de dependencia emocional y en este artículo nos habla de ello.

Para quien no le conozca, os recomiendo su libro: “De la codependencia a la libertad”

Camino

“Todos deseamos amar, pero generalmente no queremos experimentar el lado sombrío del amor. Lo que significa que no comprendemos lo que realmente significa amar. En los comienzos de una relación hay una cima, una excitación que suele decaer abruptamente cuando comienza la vida en común.

La mayoría de nosotros acarreamos profundas heridas de vergüenza, inseguridad y miedo. Vivimos en la desconfianza y al mismo tiempo tenemos una gran necesidad de amar y de ser amados. Volcamos estas heridas en nuestras relaciones, la mayor parte de las veces de forma inconsciente, y entonces actuamos desarrollando estrategias, demandando, evitando, creando conflictos, estando en desacuerdo e incluso traicionando o sintiéndonos traicionados.
Es como si camináramos por un campo lleno de minas, y nuestras heridas son como agujeros en los que podemos caer. Si transitamos este camino estando completamente ciegos, cuando nos encontramos con estas dificultades estas generalmente destruyen nuestro amor. Por ejemplo, más tarde o más temprano, caeremos en la herida de la traición. Algo puede suceder en nuestra relación que nos hace sentir que ya no podemos volver a confiar en la persona con la que estamos. Ella ha hecho algo que de repente nos hace dar cuenta que no es tan “confiable” como creíamos.

O tal vez, esa persona comienza a ser diferente a lo que habíamos imaginado, comenzamos a ver que no es tan fiable u honesta, le falta integridad, o no está con su mejor energía, o está cerrada, no disponible, o está demasiado aferrada o claramente demandante. Entonces nos sentimos traicionados.

No podemos cambiar el hecho de que en algún momento nos sentiremos traicionados. Pero lo que sí podemos cambiar es nuestra actitud ante el sentimiento de traición. Podemos darnos cuenta de que esas experiencias, aunque dolorosas, son oportunidades increíbles de crecimiento y aprendizaje de lo que realmente significa amar.

El problema es que solemos entrar en una relación llenos de expectativas, nos demos cuenta de ello o no. Una vez alguien nos preguntó a Amana y a mí en un taller si no era natural tener expectativas sobre la otra persona en cierta medida. Le respondimos que cada uno puede esperar del otro todo lo que quiera, pero que la única expectativa que se mantiene a flote es la de que la otra persona sea quien realmente es en su totalidad. Cuando entramos en una relación, la mayoría de las veces, no vemos a la otra persona tal cual es.

Lo que hemos visto y probablemente seguimos viendo en el otro es lo que queremos ver, es decir, algo que encaje en nuestras fantasías y deseos. Luego entramos en desacuerdo y nos sentimos traicionados. Entonces caen duramente nuestras fantasías e ilusiones y se produce una pequeña muerte.

Uno de los agujeros más profundos en las relaciones sobreviene alrededor de la sexualidad. Al principio solemos tener una sexualidad apasionante y viva, pero cuando comenzamos a aproximarnos nos volvemos más vulnerables, y es entonces cuando las heridas enterradas profundamente comienzan a salir a la superficie y esto suele afectar nuestra sexualidad. Muy a menudo, perdemos la libertad inicial y desesperadamente tratamos de todas las maneras de volver atrás.

Pero la profundidad dentro de una relación hace que la vergüenza, los miedos y las disfunciones salgan a la superficie. Si no llegamos a comprender esto, y no creamos un espacio para compartirlo e incluirlo dentro del marco del amor, uno o ambos integrantes de la pareja se hundirán en sus propios sentimientos de vergüenza y traición.

También encontramos problemas cuando una persona quiere más atención, proximidad, comunicación y conexión mientras que la otra ansía mayor libertad. De lo que no solemos darnos cuenta es que estos deseos-necesidades en realidad están reflejando heridas de abandono de nuestra infancia. Cuando nos acercamos realmente a otra persona, estas heridas se disparan y entonces comenzamos a actuar con rabia, creando conflictos e hiriéndonos mutuamente.
Con más comprensión, sensibilidad, respeto y conciencia, podremos aprender a dar al otro lo que él o ella necesitan, mientras también estamos siendo sensibles a nuestras propias necesidades. Una relación profunda y comprometida nos provee del mejor espejo para vernos a nosotros mismos y nuestras heridas, nuestras disfunciones y actitudes negativas. Y también nos da la mejor oportunidad posible para cambiar, para crecer y para aprender qué es realmente el amor”.

 

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Sugerencias para desapegarte.

 

– Aprende a reconocer cuando estás reaccionando, cuando estás permitiendo que alguien o algo tire de ti. Generalmente cuando empiezas a sentirte ansios@, temeros@, indignad@, rechazad@, avergonzad@, preocupad@, confundid@ o a lamentarte. Emplear las palabras “es que ella o él me ha desapegarsehecho…” a menudo indica que estamos reaccionando. Perder nuestra sensación de paz y serenidad probablemente es el indicador más poderoso de que estamos atrapados en algún tipo de reacción.

– Ponte cómod@. Cuando reconoces que estás en medio de una reacción caótica, di o haz lo menos posible hasta que puedas restaurar tu nivel de serenidad y de paz. Haz cualquier cosa que te ayude a relajarte: Respira profundamente unas cuantas veces; sal a caminar; limpia la cocina; ve a casa de un/a amig@; medita… en definitiva, cambia de actividad. Encuentra una manera de separarte emocional, mental (y si es necesario) físicamente de aquello a lo que estás reaccionando. Busca una forma de librarte de la ansiedad.

– Analiza lo que ha sucedido. Si se trata de un incidente menor, serás capaz de sobreponerte tú sol@. Si el problema es serio, o si te perturba seriamente, tal vez quieras discutirlo con un/a amig@ que te ayude a aclarar tus pensamientos y emociones. Las dificultades y los sentimientos crecen cuando tratamos de apresarlos en nuestro interior. Habla acerca de tus sentimientos. Asume la responsabilidad de ellos. Siente verdaderamente lo que estés sintiendo. Nadie te hizo sentir así. Alguien pudo haberte ayudado a que te sintieras de determinada manera, pero el sentimiento lo sentiste tú. ¿Estaba alguien tratando de molestarte? (Si hay duda al interpretar algo como un insulto o rechazo, prefiero creer que eso no tuvo nada que ver conmigo. Me ahorra tiempo y me ayuda a sentirme bien conmigo misma.) ¿Estabas tratando de controlar a alguien o alguna situación? ¿Qué tan serio es el problema o el asunto? ¿Estás tomando la responsabilidad del otro? ¿Estás enfadado porque alguien no adivinó lo que en realidad querías o lo que en verdad querías decir? ¿Estás tomando la conducta de otro de un modo demasiado personal? ¿Alguien oprimió sentimientos de culpa o de inseguridad? ¿Es en verdad el fin del mundo, o es meramente algo triste y decepcionante?

– Descubre qué necesitas hacer para cuidar de ti mism@. Toma tus decisiones basándote en la realidad y tómalas en un estado de ánimo apacible. ¿Necesitas pedir disculpas? ¿Quieres olvidarte del asunto? ¿Necesitas hablar con alguien de corazón a corazón? ¿Necesitas tomar otra decisión para cuidar de ti mism@? Cuando tomes tu decisión ten en mente cuáles son tus responsabilidades. No tienes la responsabilidad de que los otros “vean la luz” y no necesitas “enderezarlos”. Tienes la responsabilidad de ayudarte a ti mism@ a ver la luz y de enderezarte. Si no te sientes en paz con alguna decisión, olvídala. No es tiempo para tomarla todavía. Espera hasta que tu mente esté estable y tus emociones estén tranquilas.

 

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¿Qué es desapegarse?

En el artículo anterior hablaba sobre el apego, como rasgo característico de la enfermedad de codependencia o coadicción, aunque los dependientes o también llamados “adictos al amor” son asimismo personas aquejadas por este problema.

En mayor o menor grado todo ser humano sufre de un cierto grado de apego hacia sus seres queridos, es necesario estar alerta para que no se convierta en una seria dificultad. Es conveniente  aprender a desapegarse.

DesapegoDesapegarnos es liberarnos o apartarnos de una persona o problema con amor. Cuando más necesitas desapegarte es cuando esto parece ser lo más lejano o lo menos posible de hacer.

Mental, emocional y a veces físicamente nos desembarazamos de nuestro involucramiento insano (y a menudo doloroso) con la vida y responsabilidades de otra persona, y de los problemas que no podemos resolver.

El desapego se basa en las premisas de que cada persona es responsable de sí misma, en que no podemos resolver problemas que no nos corresponde solucionar, y que preocuparnos no sirve de nada. Adoptamos la posición de no meternos en las responsabilidades de otras personas y en vez de ello, de atender a las nuestras.

Luchamos para discernir qué es lo que podemos cambiar y qué es lo que no podemos cambiar. Luego dejamos de tratar de cambiar aquello que no podemos. Hacemos lo que podemos para resolver un problema, y luego dejamos de preocuparnos.

El desapego implica “vivir en el momento presente”, vivir en el aquí y ahora.

Desapegarnos no quiere decir que nada nos importe. Significa que aprendemos a amar, a preocuparnos y a involucrarnos sin volvernos locos.

 

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Apego


Los codependientes somos personas apegadas, es un rasgo de la enfermedad

 Apegarse es involucrarse en exceso, a veces de una manera desesperadamente intrincada.

El apego puede adoptar varias formas:

– Podemos preocuparnos en exceso por una persona o un problema (en cuyo caso el apego es de nuestra energía mental).Apego

– O podemos acostumbrarnos y comenzar a obsesionarnos con la gente y los problemas que existen en nuestro ambiente y tratar de controlarlos (en cuyo caso nuestra energía mental, física y emocional está dirigida al objeto de nuestra obsesión).

– Podemos volvernos reactivos en vez de actuar auténticamente por voluntad propia (el apego es de nuestra energía mental, física y emocional).

– Podemos volvernos dependientes emocionalmente de las personas que nos rodean (entonces sí estamos verdaderamente apegados).

– Podemos volvernos niñeras (rescatadores, ayudadoras) de las personas a nuestro alrededor (apegándonos firmemente a la necesidad que tienen de nosotros).

Preocuparse, obsesionarse y controlar son ilusiones. Sentimos que estamos haciendo algo para solucionar nuestros problemas, pero no es así.

 

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Bloqueos

Los codependientes o coadictos son personas que bloquean sus sentimientos y no suelen expresarlos. Existen dos motivos para ello:

1- Expresar lo que uno siente puede ocasionar que el delicado equilibrio familiar se desmorone, ya que el pensamiento que le acompaña (por haberse dado ya en otras ocasiones) es que la persona enferma (tanto sea adicto, como dependiente física o psicológicamente) se altere de tal manera que la situación se tornará aun más conflictiva.

BloqueosA nuestros sentimientos no se los escucha, por lo tanto nosotros tampoco los escuchamos.

2- Si reconocemos lo que verdaderamente sentimos, estamos “obligados” a hacer algo al respecto: tomar una decisión o efectuar un cambio. Es enfrentarse cara a cara con la realidad y, a veces, eso es demasiado duro.

Sentir da miedo.

Esto no sólo sucede con las personas codependientes: cualquier individuo, en momentos determinados de su vida o de manera más o menos habitual, bloquea sentimientos que inconscientemente se siente incapaz de afrontar.

Los sentimientos no deben dictar o controlar nuestro comportamiento, pero tampoco podemos ignorarlos, ya que son muy importantes. Si hacemos que los sentimientos se vayan, si los alejamos, nos perdemos una parte importante de nosotros mismos y de nuestras vidas.

Los sentimientos son nuestra fuente de alegría, y también de tristeza, de miedo y de ira. La parte emocional de nosotros es la parte que ríe y la que llora. La parte emocional de nosotros es el centro para dar y recibir la cálida llama del amor. Esa parte de nosotros nos permite sentirnos más cerca de la gente. Esa parte de nosotros nos permite disfrutar del tacto.

Son los indicadores de lo que sucede, si nos sentimos felices, cómodos… sabemos que todo anda bien. Si estamos tristes, de malhumor… sabemos que existe un problema.

Es necesario aceptar toda la gama de sentimientos para vivir una vida plena. No es conveniente discriminar y sentir sólo ciertos sentimientos.

Nunca sentiremos alegría si somos incapaces de sentir dolor.

Los sentimientos son energía; si los reprimimos, nos quedamos sin ella.

 

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