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Violencia de género

 

(Mi opinión es fruto de mis vivencias personales y profesionales, entiendo por ello que quizás muchas personas puedan discrepar)

Tema en pleno debate, espinoso y controvertido, aunque desgraciadamente es evidente su  actualidad, entre los distintos especialistas no existe un claro acuerdo sobre cuando un acto es puramente violencia de género, o la violencia entre géneros es resultado de otra sintomatología.

¿Que entendemos como violencia de género?:

 Se trata de una violencia que afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo. Constituye un atentado contra la integridad, la dignidad y la libertad de las mujeres, independientemente del ámbito en el que se produzca.

Ahora, ¿todo acto contra las mujeres es violencia de género?

Es aquí donde yo discrepo.

Ciertamente vivimos en una sociedad donde el papel de la mujer ha sido menospreciado y, aunque actualmente ha ido cambiando a mejor, aun ciertos sectores de población (y en algunos países más que otros) esta manera disgregadora de ver a los individuos sigue vigente.

La cultura y sociedad patriarcal en la que basamos todo nuestro funcionamiento ha propiciado este tipo de actitudes: el hombre era amo y señor, de bienes materiales e individuos; teniendo el uso y disfrute de ambas cosas por igual.

Los terapeutas sabemos que dejar atrás una actitud o comportamiento por obsoleto, no significa hacerlo rápida y satisfactoriamente. En el ámbito personal, esta situación crea confusión en el individuo: sabe que lo antiguo no le sirve pero aún no sabe cómo desenvolverse.

maltrato

Viéndolo desde un aspecto más social, aunque el cambio se está produciendo desde hace tiempo, en ciertas situaciones se enfrentan la antigua postura representada por el hombre machista (Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres) y la nueva, por la mujer que no quiere seguir manteniéndola.

Esta sería la violencia de género por excelencia, sin embargo, creo que se está haciendo apología sobre el tema, simplifican la situación sin apreciar el daño que pueden estar haciendo con ello.

Hay diferentes aspectos que es conveniente tener en cuenta:

-¿no hay mujeres que también hacen violencia de género? ¿Cuándo se habla de ello? Las mujeres somos más propensas a causar daño psicológico (cuando se trata de daño físico, solemos ser más sibilinas, utilizando el envenenamiento). Los hombres maltratan psicológicamente y físicamente (el más visual y evidente)

adicción

-¿Cómo influyen las drogas en este tipo de situaciones?

-¿la violencia domestica (la que incluye o es exclusiva a los hijos) se considera también de género?

Cuando un individuo, indistintamente de su género, utiliza su fuerza (ya sea física como psicológica) contra otros seres incapaces de oponer resistencia, ya sea por su condición corporal (algunas mujeres, niños, incluso otros hombres) como por suestado emocional o psicológico, debería ser tratado con el mismo peso de la ley, ya sea la llamada violencia de género o simplemente violencia. Todo ser humano debe ser protegido.

niños

Cuando una mujer es maltratada por un hombre, antes de empezar a utilizar etiquetas, sería más conveniente instaurar medios de protección y estudiar cada caso de manera personalizada.

Estamos utilizando el término “violencia de género “con demasiada facilidad, incluso creo que políticamente clasificar a todos los conflictos en los que un hombre daña a una mujer con esta etiqueta, puede ocasionar una perpetuación de situaciones, ya que se aplican las mismas soluciones a problemas de distinta índole.

Bastantes de los hombres maltratadores tienen problemas de adicción, normalmente de alcoholismo; sin embargo no se enfoca este tema. Es muy diferente tratar a un hombre machista que a un adicto.

Se suele hablar de la necesidad imperiosa de que las víctimas de malos tratos reciban ayuda psicológica para poder seguir con sus vidas. Olvidamos, que todos los maltratadores, no sólo deben pagar ante la ley por los abusos cometidos, sino que tanto para su propio bien, como para el del resto de la sociedad, ellos también deberían acceder a terapia psicológica. No sólo debemos castigar si no rehabilitar. Por nuestro futuro y el de nuestros hijos, empieza a ser ya hora de tratar cada caso como lo que es.  Muchos de ellos se podrían solucionar poniendo en tratamiento a estas personas y para ello, deben estudiarse todos los casos, no etiquetar y punto.

Si tienes alguna duda o quieres tratar algún tema en concreto no dudes en contactar conmigo por teléfono o correo electrónico.

Sugerencias para desapegarte.

 

– Aprende a reconocer cuando estás reaccionando, cuando estás permitiendo que alguien o algo tire de ti. Generalmente cuando empiezas a sentirte ansios@, temeros@, indignad@, rechazad@, avergonzad@, preocupad@, confundid@ o a lamentarte. Emplear las palabras “es que ella o él me ha desapegarsehecho…” a menudo indica que estamos reaccionando. Perder nuestra sensación de paz y serenidad probablemente es el indicador más poderoso de que estamos atrapados en algún tipo de reacción.

– Ponte cómod@. Cuando reconoces que estás en medio de una reacción caótica, di o haz lo menos posible hasta que puedas restaurar tu nivel de serenidad y de paz. Haz cualquier cosa que te ayude a relajarte: Respira profundamente unas cuantas veces; sal a caminar; limpia la cocina; ve a casa de un/a amig@; medita… en definitiva, cambia de actividad. Encuentra una manera de separarte emocional, mental (y si es necesario) físicamente de aquello a lo que estás reaccionando. Busca una forma de librarte de la ansiedad.

– Analiza lo que ha sucedido. Si se trata de un incidente menor, serás capaz de sobreponerte tú sol@. Si el problema es serio, o si te perturba seriamente, tal vez quieras discutirlo con un/a amig@ que te ayude a aclarar tus pensamientos y emociones. Las dificultades y los sentimientos crecen cuando tratamos de apresarlos en nuestro interior. Habla acerca de tus sentimientos. Asume la responsabilidad de ellos. Siente verdaderamente lo que estés sintiendo. Nadie te hizo sentir así. Alguien pudo haberte ayudado a que te sintieras de determinada manera, pero el sentimiento lo sentiste tú. ¿Estaba alguien tratando de molestarte? (Si hay duda al interpretar algo como un insulto o rechazo, prefiero creer que eso no tuvo nada que ver conmigo. Me ahorra tiempo y me ayuda a sentirme bien conmigo misma.) ¿Estabas tratando de controlar a alguien o alguna situación? ¿Qué tan serio es el problema o el asunto? ¿Estás tomando la responsabilidad del otro? ¿Estás enfadado porque alguien no adivinó lo que en realidad querías o lo que en verdad querías decir? ¿Estás tomando la conducta de otro de un modo demasiado personal? ¿Alguien oprimió sentimientos de culpa o de inseguridad? ¿Es en verdad el fin del mundo, o es meramente algo triste y decepcionante?

– Descubre qué necesitas hacer para cuidar de ti mism@. Toma tus decisiones basándote en la realidad y tómalas en un estado de ánimo apacible. ¿Necesitas pedir disculpas? ¿Quieres olvidarte del asunto? ¿Necesitas hablar con alguien de corazón a corazón? ¿Necesitas tomar otra decisión para cuidar de ti mism@? Cuando tomes tu decisión ten en mente cuáles son tus responsabilidades. No tienes la responsabilidad de que los otros “vean la luz” y no necesitas “enderezarlos”. Tienes la responsabilidad de ayudarte a ti mism@ a ver la luz y de enderezarte. Si no te sientes en paz con alguna decisión, olvídala. No es tiempo para tomarla todavía. Espera hasta que tu mente esté estable y tus emociones estén tranquilas.

 

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¿Qué es desapegarse?

En el artículo anterior hablaba sobre el apego, como rasgo característico de la enfermedad de codependencia o coadicción, aunque los dependientes o también llamados “adictos al amor” son asimismo personas aquejadas por este problema.

En mayor o menor grado todo ser humano sufre de un cierto grado de apego hacia sus seres queridos, es necesario estar alerta para que no se convierta en una seria dificultad. Es conveniente  aprender a desapegarse.

DesapegoDesapegarnos es liberarnos o apartarnos de una persona o problema con amor. Cuando más necesitas desapegarte es cuando esto parece ser lo más lejano o lo menos posible de hacer.

Mental, emocional y a veces físicamente nos desembarazamos de nuestro involucramiento insano (y a menudo doloroso) con la vida y responsabilidades de otra persona, y de los problemas que no podemos resolver.

El desapego se basa en las premisas de que cada persona es responsable de sí misma, en que no podemos resolver problemas que no nos corresponde solucionar, y que preocuparnos no sirve de nada. Adoptamos la posición de no meternos en las responsabilidades de otras personas y en vez de ello, de atender a las nuestras.

Luchamos para discernir qué es lo que podemos cambiar y qué es lo que no podemos cambiar. Luego dejamos de tratar de cambiar aquello que no podemos. Hacemos lo que podemos para resolver un problema, y luego dejamos de preocuparnos.

El desapego implica “vivir en el momento presente”, vivir en el aquí y ahora.

Desapegarnos no quiere decir que nada nos importe. Significa que aprendemos a amar, a preocuparnos y a involucrarnos sin volvernos locos.

 

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Bloqueos

Los codependientes o coadictos son personas que bloquean sus sentimientos y no suelen expresarlos. Existen dos motivos para ello:

1- Expresar lo que uno siente puede ocasionar que el delicado equilibrio familiar se desmorone, ya que el pensamiento que le acompaña (por haberse dado ya en otras ocasiones) es que la persona enferma (tanto sea adicto, como dependiente física o psicológicamente) se altere de tal manera que la situación se tornará aun más conflictiva.

BloqueosA nuestros sentimientos no se los escucha, por lo tanto nosotros tampoco los escuchamos.

2- Si reconocemos lo que verdaderamente sentimos, estamos “obligados” a hacer algo al respecto: tomar una decisión o efectuar un cambio. Es enfrentarse cara a cara con la realidad y, a veces, eso es demasiado duro.

Sentir da miedo.

Esto no sólo sucede con las personas codependientes: cualquier individuo, en momentos determinados de su vida o de manera más o menos habitual, bloquea sentimientos que inconscientemente se siente incapaz de afrontar.

Los sentimientos no deben dictar o controlar nuestro comportamiento, pero tampoco podemos ignorarlos, ya que son muy importantes. Si hacemos que los sentimientos se vayan, si los alejamos, nos perdemos una parte importante de nosotros mismos y de nuestras vidas.

Los sentimientos son nuestra fuente de alegría, y también de tristeza, de miedo y de ira. La parte emocional de nosotros es la parte que ríe y la que llora. La parte emocional de nosotros es el centro para dar y recibir la cálida llama del amor. Esa parte de nosotros nos permite sentirnos más cerca de la gente. Esa parte de nosotros nos permite disfrutar del tacto.

Son los indicadores de lo que sucede, si nos sentimos felices, cómodos… sabemos que todo anda bien. Si estamos tristes, de malhumor… sabemos que existe un problema.

Es necesario aceptar toda la gama de sentimientos para vivir una vida plena. No es conveniente discriminar y sentir sólo ciertos sentimientos.

Nunca sentiremos alegría si somos incapaces de sentir dolor.

Los sentimientos son energía; si los reprimimos, nos quedamos sin ella.

 

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Ser hijo de adictos.

Los hijos de un adicto pueden también convertirse en coadictos (llamamos coadicción a la codependencia, en el caso concreto, de los familiares de adictos a tóxicos).

Cuando el progenitor adicto abandona sus responsabilidades como tal, siendo el otro progenitor quien se hace cargo de las mismas, hace que sus hijos por mimetismo sigan su ejemplo. También suele ocurrir que alguno de los hijos se ve forzado a asumir el papel dejado por su padre o madre coadicta, con lo que en cualquiera de las dos opciones, está responsabilizándose de un rol que no le corresponde.

CoadicciónLa pareja del adicto, sin darse cuenta, compromete a sus hijos en esta lucha: insiste en que sean modelos de buena conducta cuando el progenitor adicto está presente, o  no les permite actuar como niños alegando que pueden molestarle (sobreprotegen al adicto por encima de las necesidades de los menores), o si son un poco mayores les impiden hablar de la enfermedad, o que no intervengan… Esto hace que se responsabilicen de la enfermedad y aumente su sentimiento de culpabilidad. Llegan a creer que la enfermedad se origina por  no seguir ellos las consignas, que suelen ser directrices a veces ambiguas, a veces incongruentes y, que ocasionan en el hijo la sensación de no hacer nunca lo correcto, hagan lo que hagan.

El progenitor coadicto puede establecer alianzas con sus hijos, haciéndoles participes de confidencias, creando vínculos de complicidad y llenándoles de preocupaciones y responsabilidades que no les corresponden; ya que hacen ocupar al hijo o hijos un lugar jerárquico inadecuado dentro del sistema familiar. Las confidencias son propias entre esposos, teniendo estos una relación horizontal, mientras que en una relación sana con los hijos se establece una relación vertical que no incluye confidencias en esta dirección (de arriba abajo). Si se establecen, es de los hijos hacia los padres (de abajo a arriba) no a la inversa.

Este tipo de acciones, más los posibles malos tratos de los que pueden llegar a ser víctimas, crea en los hijos lo que se ha dado en llamar la indefensión aprendida (ver artículo). La autocompasión del progenitor coadicto se transmite creando en los hijos sentimientos de minusvalía, privándoles con ello, de la adquisición de coraje y valentía para enfrentarse a la realidad.

Es necesario que los hijos puedan reconocer, aceptar, y expresar sus sentimientos negativos. Cuando esto es posible y se busca una vía de desahogo que no haga daño a nadie (grupo de apoyo y terapia), las personas se sienten mucho más capacitadas para gestionar sus problemas. Aceptar actitudes sumisas por su parte, no validar su enfado y no dejarles mostrarlo, va en contra de su amor propio y daña su sentimiento de valía.

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La coadicción

La coadicción (o también llamada codependencia) es una enfermedad tan cruel como la del mismo adicto, y aunque no conozco ningún estamento oficial que ofrezca asistencia a los afectados mediante un protocolo claro y preciso, empieza a ser reconocida como tal y se la cataloga como disfunción.

EsposasEn realidad, la codependencia no es exclusiva de personas relacionadas con enfermos toxicómanos, puede “contraerla” toda aquella persona que esté en contacto por su trabajo o por la convivencia: con personas perturbadas, con problemas de conducta o trastornos compulsivos destructivos.

Hablaré aquí refiriéndome a los codependientes como coadictos, es decir los adictos a los adictos.

Es una enfermedad de la persona más allegada al adicto, que ocasiona una relación enfermiza entre ambos, ayudando con ella a convertir al adicto en un inválido psicológicamente. Es decir: minusvaliza su personalidad, fomentando su inmadurez, su incapacidad por valerse por sí mismo, para tomar según que decisiones y ejercer responsabilidades. El adicto, gracias a esta conducta sobreprotectora, se convierte en un parásito.

A veces, para conseguir la recuperación del adicto, primero hay que conseguir que sus allegados acepten la existencia de la enfermedad, ya que el codependiente se vuelve tolerante a la conducta cada vez más destructiva y anormal del adicto.

Estas conductas permisivas son las que impiden que el adicto asuma la responsabilidad de sus acciones, obstaculizando la recuperación.

La coadicción genera: obsesión, conductas inapropiadas de rescate, de compulsión y control, falta de límites: deseos de hacer cambiar a la persona adicta dejando de vivir la propia vida para vivir la del adicto, falta de autoestima, sensación de impotencia y fracaso…

En su obsesión constante hacia la conducta del adicto, se pierden los límites del propio yo, confundiéndolos con los del otro; y se siente, se piensa y se actúa en función del adicto, olvidándose de las propias necesidades y deseos.

Se entra en un estado de compulsión pretendiendo salvarlo, llegando a conductas inapropiadas de rescate que pueden ser, por ejemplo: acompañar o seguir al adicto en sus correrías con la intención de protegerlo para que no le pase nada, o llamar a todos los hospitales y centros de salud buscándolo, prestarle dinero, sacarlo de la cárcel, ceder a sus amenazas, madres que compran droga para el hijo,… Existen casos, que se han dado en llamar en algunos ámbitos “toxicómanos consortes”, que son aquellas parejas de adictos, que sin ser ellos propiamente enfermos, toman las mismas sustancias, simplemente por el hecho de acompañarles. Estas personas padecen una pérdida total de identidad.

También es importante señalar la función controladora común a todo coadicto, ya que toma bajo su cargo las responsabilidades tanto familiares como profesionales del adicto. Todo ello, por un convencimiento de que es lo adecuado, debido a su complejo de salvadores.

El adicto toma sustancias y el coadicto vive enganchado a la ilusión de que su comportamiento y cuidados salvaran al adicto de su enfermedad. A la persona coadicta le cuesta mucho aceptar que la recuperación está en manos del propio adicto, y no en las de ella, ya que al no existir limites internos claros, permite que la conducta de la otra persona la afecte.

Las personas coadictas forman el grupo más íntimo del enfermo. Suelen ser los padres y la pareja, aunque los hijos u otros familiares que convivan con él también pueden serlo, según la edad y las circunstancias que les envuelvan.

Son los adictos al adicto, que a pesar de haber perdido la confianza e incluso a veces temerle, siguen a su lado, incapaces de abandonarlo a su suerte.

Por un lado, no  pueden alejarse de él porque se sienten culpables de dejarles en ese estado. Por el otro, su sentimiento de autoconmiseración (vanagloriarse y enorgullecerse de su posición de víctima inocente  y sufrida) también se lo impide; ya que al carecer de autoestima y de intereses propios, solo este sentimiento les hace creer importantes.

A veces es la muerte del adicto la que rompe el lazo; ya que tanto algunos padres, parejas e incluso hijos son incapaces de abandonarlo a pesar de sus  negativas hacia un tratamiento de rehabilitación o las múltiples recaídas.

Para que la recuperación sea exitosa, es tan importante la recuperación del adicto como de todo su entorno. Si una de ambas partes sigue enferma, la recaída es más probable.

Sólo con terapia es posible superar la codependencia. La alteración emocional creada no se soluciona porque el adicto se recupere; las deficiencias, tanto psíquicas como emocionales, deberán ser tratadas para poder ser recuperadas y así desarrollarse como una persona equilibrada que puede hacer frente a las vicisitudes de la vida.

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