Trabajando con la sombra.

 

luz y sombra Frases como: “Quiero ser yo mismo”, “no sé porque lo hago, yo no soy así”, “quiero ser más… o menos…” las he dicho a menudo, sobre todo cuando iniciaba mi proceso de crecimiento personal y las oigo, frecuentemente, en consulta en boca de muchos de mis clientes. El hecho es que no aceptamos esa cara que mostramos al mundo, buscamos explicaciones que culpabilicen al entorno de esta imagen y queremos demostrar cualidades o aptitudes que creemos haber perdido, en algunos casos, o que deseamos adquirir, en otros tantos.

En otras ocasiones, el rostro que mostramos, es precisamente “ESE” que queremos que vean, haciendo esfuerzos por ocultar maneras, procederes o talantes que consideramos inadecuados y nos hacen sentir falsos y a menudo culpables.

Esta parte de nosotros que rechazamos recibe el nombre de “sombra”. Es decir, todas aquellas cualidades o aspectos que negamos de nosotros mismos, algunos de forma consciente y otros inconscientemente. (Ver Ego si, ego no, ¿a quién le hago caso yo?)

De las definiciones que el Diccionario de la Real Academia Española da sobre este vocablo, la que me parece más adecuada a nuestro contexto es esta:

 “Proyección oscura que un cuerpo lanza en el espacio en dirección opuesta a aquella por donde viene la luz”.

En el fondo no es nada más que “el otro perfil de nuestra personalidad”. Ya en otros artículos he hablado sobre las llamadas polaridades en la Gestalt, que son las parejas de opuestos que nos conforman y que encontramos también modelando nuestro entorno (ver “¿A qué llamamos polaridades en la Gestalt?”)

Fritz Perls dice al respecto “Luz y oscuridad, opuestos irreconciliables cuando se miran desde el punto de vista abstracto. ¿Cómo puede haber luz cuando hay oscuridad, que es la esencia misma de la nada? Una excluye a la otra. Ahora miren ese árbol a la luz del sol. ¿Ven la sombra? ¿Sombra sin luz, luz sin sombra? ¡Imposible! En este caso la luz y la oscuridad se determinan entre sí; se incluyen entre sí.” (Dentro y Fuera del tarro de la basura, 1975).

Esta es la gran verdad que solemos olvidar, ¿qué es el día sino una consecución de luz y oscuridad? Si no existiese la noche, cuán difícil sería apreciar las ventajas de la luminosidad del día y si, por el contrario, no existiese la claridad diurna, cuán difícil sería apreciar la inmensidad de la oscuridad. No existe lo uno sin lo otro, ambos forman parte de una totalidad.

Por esta misma razón, es imposible dejar de ser “esto” para convertirnos en “aquello”, ya que ambos forman parte de nosotros, aunque quizás no sean visibles al mismo tiempo, tal como no lo son el día y la noche.

He aquí el trabajo con la sombra: no se trata de rechazar, invalidar, negar, impugnar, oponerse o enfrentarse a esa parte de nosotros que en un momento dado nos desagrada; al igual que aceptamos que tras un día luminoso vendrá una noche oscura, debemos aprender a aceptar tanto lo que nos gusta como lo que no, ya que, sin la aceptación de la totalidad de nuestro ser, es imposible crecer y favorecer aquellos aspectos que creemos más saludables. Cuanto más repugnamos un aspecto nuestro, este adquiere más fuerza y más se manifiesta, si por el contrario aceptamos y acogemos su presencia sin luchas, ya no hace falta vencerle, simplemente aprendemos a convivir con él y desde este lugar de reconocimiento, podemos ir dejando emerger esas otras cualidades hasta ahora sofocadas por la “lucha”.

 Para terminar, os dejo esta parábola es de Chuang Tzu, un maestro chino que vivió aproximadamente en el siglo IV antes de Cristo.

Erase una vez un hombre a quien le alteraba tanto ver su propia sombra y le disgustaban tanto sus propias pisadas que decidió liberarse de ellas.

Se le ocurrió un método: huir. Así que se levantó y echó a correr, pero cada vez que ponía un pie en el suelo había otra pisada, mientras que su sombra le alcanzaba sin la menor dificultad.

Atribuyó el fracaso al hecho de no correr suficientemente deprisa. Corrió más y más rápido, sin parar, hasta caer muerto.

No comprendió que simplemente con ponerse en un lugar sombreado, su sombra se desvanecería, y que si se sentaba y se quedaba inmóvil, no habría más pisadas”.

 

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http://pijamasurf.com/2013/03/viaje-al-inframundo-iiii-el-encuentro-con-la-sombra-en-el-camino-del-espiritu/

Si tienes alguna duda o te interesa tratar algún tema en concreto puedes contactar conmigo por teléfono o por correo electrónico.

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